La tasa de depósitos bajó, pero el crédito sigue caro
En tres meses la Badlar cedió 6 puntos pero la caída aún no se trasladó al interés de los préstamos.
Encontrar un crédito barato por estos días –sea la línea que fuere– es una utopía. Cuando un cliente va al banco a tomar un préstamo advierte que las tasas son colosales –un crédito personal, por ejemplo, cuesta hasta 40% anual–, en cambio cuando va a depositar dinero, el interés es muy bajo –los plazos fijos a 30 días de menos de $1 millón pagan 11% anual contra 16% en junio–. ¿Por qué existe este descalce entre ambas tasas? La respuesta no es sencilla. Si bien cualquier mortal esperaría que una reducción en el costo de fondeo para las entidades financieras se traduzca en el costo de sus activos, la realidad es que la relación no es tan directa. Influyen además otros factores, sobre todo en economías tan inestables.
En un contexto normal, el ajuste en el interés que paga un banco por sus depósitos se tendría que volcar casi automáticamente al que cobra por prestar dinero. Hoy, en las entidades aseguran que no se está ante un cuadro normal de la economía, que la incertidumbre y desconfianza siguen muy altas, que la fuga de capitales, aunque en menor medida que en mayo y junio, continúa y que el costo del fondeo en verdad no bajó.