Claves para entender el cambio de reglas en el mercado de alquileres agrícolas
Los vaivenes de los arrendamientos de campos en la Argentina de nuestros días: de la demanda total a la búsqueda desesperada de inquilinos.
El 26 de octubre los lectores del diario La Mañana de Formosa se encontraron con una sorpresa. Un artículo firmado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el cual podía leerse una afirmación tajante: “La tierra no debe ser un bien de renta. La tierra debe ser un bien de trabajo y producción”.
En el mismo momento en el cual se estaba imprimiendo ese diario, plena madrugada del domingo 26, quizás había algunos propietarios de campos que estaban despiertos, sin poder dormir, preocupados por las cuentas por pagar.
Un año atrás el mercado de alquileres era una fiesta (si uno era propietario, claro). Los interesados en arrendar hacían una larga fila y el dueño se quedaba con la mejor oferta. Los pagos se hacían por adelantado o en pocas cuotas. Un mundo feliz.
Durante el presente año, algunos pocos afortunados tuvieron la suerte de alquilar su campo antes de la segunda semana de marzo, mientras que otros, una vez iniciado el conflicto agropecuario, decidieron sentarse a esperar el mejor momento para concretar el alquiler. Pero ese momento jamás llegó. Y luego vino la crisis financiera global y el derrumbe de los precios internacionales de los granos.