El trigo plantea un dilema al modelo de los Kirchner
La necesidad de divisas para mantener el superávit abre un desafío.
Existe la convicción de que cualquiera sea el partido gobernante, en materia de trigo, siempre se va a privilegiar el mercado interno. Es comprensible que así sea porque poner en duda el abastecimiento del pan para la población no es algo que ningún político esté dispuesto a conceder, y menos en un año electoral.
Pero la caída de las exportaciones que se viene registrando en el último bimestre de 2008 (6% en noviembre, y 24% en diciembre), comenzó a minar el saldo del superávit comercial que, pese al récord anual, se redujo en el último mes del año a más de la mitad.
El contexto de retracción para el comercio se da a nivel global, y ciertamente hasta ahora la Argentina no ha sido el país más afectado, pero los datos exultantes que mostraba la presidenta de la nación hace escasos días sobre el balance comercial con el mundo tampoco son todo lo que se dice.
Las cifras ciertamente sólidas que se brindaron desde el Ejecutivo sobre las exportaciones de 2008 y el superávit comercial, cambian radicalmente cuando se pone la lupa en los dos últimos meses del año. Y si a eso se suma la extendida sequía que pocos recuerdan haber visto en su vida, y que redujo de un plumazo la cosecha de trigo a la mitad, está claro que no todo es para festejar.