Saltando sobre la lona
Los cabezales de lona ("drapers", para los contratistas), ganan cada vez más adeptos. Eficiencia y calidad.
Todas las tecnologías evolucionan. Van subiendo por una escalera continua, como la de un faro, sin resaltos ni descansos. Pero de pronto, algún salto tecnológico produce una ruptura en la continuidad. Si hay un rubro que lo ha demostrado, es el de la cosechadora.
Hace treinta años, aparecieron las axiales, un cambio paradigmático, tras cien años de trilla con cilindro y cóncavo y separación por sacapajas. La habían incorporado Case, New Holland, y Massey Ferguson. Pero tuvo que pasar un cuarto de siglo para recibir la bendición de John Deere. Cuando la célebre empresa de Moline la adoptó, el mercado se volcó fuertemente a la axial.
No todos entraron en la variante. Claas, por ejemplo, insistió con el sistema de trilla tradicional. Pero le agregó eficiencia en el sistema de separación y limpieza, y sobre todo, potencia. En la carrera talló Vassalli, que dio respuesta con su propia axial, tan importante que fue adoptada por Deutz en Alemania (la presentó en la última Agritechnica de Hannover, un mes atrás).
El resultado de esta huida hacia delante fue que de pronto las máquinas exhibían una capacidad de digestión tremenda. La limitante, ahora, estaba en el ancho de corte. Las plataformas tradicionales ya alcanzaban anchos de labor de 35 pies, y había serias restricciones de diseño para alargarlas. Era imposible compatibilizar una barra de corte flexible, necesaria para la soja, con el sinfín rígido que conduce el material hasta el embocador.