El riesgo aumenta cuando se apuesta al monocultivo
Al final del verano comienza a delinearse qué se sembrará la próxima campaña. Así, el potrero es el lugar donde cobran vida las decisiones del chacarero, que es quien define el mosaico de la agricultura argentina.
Detrás de estas medidas se disparan compras de fertilizantes, semillas, herbicidas, fungicidas, contratación de maquinaria, transporte, logística y asesoramiento que impactan en las 32 millones de hectáreas sembradas en el país, en la vida de las comunidades del interior y en la economía nacional.
Según los datos de CREA, en los cultivos anuales de la campaña 2010-11 se invirtieron más de 70.000 millones de pesos. El mosaico puede resultar equilibrado o más tirando a monocromático, como es la tendencia en los últimos años, con una participación cada vez mayor de la soja: durante la década del 90, la superficie sembrada con soja no alcanzaba al 75 por ciento del área de maíz y trigo sumados; en cambio, en la campaña actual (2011-12) la soja duplica esa área.
¿Cuáles son las fuerzas que impulsan al productor a una determinada matriz de producción? Las condiciones agroecológicas zonales, tecnología disponible, finanzas, clima, rotación y mercados definen esas decisiones.