El mundo necesita otra revolución verde

El mundo necesita una nueva revolución, como la que impulsó Norman Borlaug en la década del 60 cuando mejoró genéticamente el trigo y sacó de la hambruna a millones de personas en Asia y África, hecho por el que fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz en 1970.

El mundo necesita otra revolución verde
26deOctubrede2013a las08:41

El mundo necesita una nueva revolución, pero sin armas ni sangre. Tiene que ser verde, como la que impulsó Norman Borlaug en la década del 60 cuando mejoró genéticamente el trigo y sacó de la hambruna a millones de personas en Asia y África, hecho por el que fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz en 1970.

El desafío es conocido, pero no por eso menos apasionante. En 2050 el planeta estará habitado por 9000 millones de personas, 2000 millones más que en la actualidad, que demandarán más y mejores alimentos. Para satisfacerlas, habrá que hacerlo con menos tierra y agua que las disponibles en la primera revolución verde. La ciencia y la tecnología se preparan para responder a ese reto, pero todavía hay un debate sobre cómo esas herramientas van a ser utilizadas.

Ésas fueron las principales ideas sobre las que giró el Borlaug Dialogue, que se realizó en esta ciudad norteamericana y que formó parte del World Food Prize, una suerte de Premio Nobel de la Alimentación que año tras año otorga la Fundación Norman Borlaug a quienes hicieron contribuciones sustanciales en el campo de la alimentación. Hace dos años lo ganó el presidente de Brasil Lula da Silva por su plan de Hambre Cero.

La distinción de este año puso el acento sobre la importancia de la ciencia para aumentar la productividad de la agricultura. Por eso lo ganaron los científicos Marc van Montagu, de Bélgica, y Mary-Dell Chilton y Robert Fraley, de los Estados Unidos, por sus descubrimientos en biotecnología que permitieron desarrollar soja, maíz y algodón resistentes a insectos y enfermedades.

El foro, que atrajo a unas 3000 personas, reunió, entre otros, a líderes mundiales como Tony Blair, ex primer ministro de Gran Bretaña; Ólafur Ragnar Grimsson, presidente de Islandia; el cardenal Peter Turckson, responsable del Consejo Pontificio de Justicia y Paz del Vaticano; Howard G. Buffett, hijo del magnate Warren Buffett, y Mark Lynas, un escritor inglés que este año sorprendió al mundo cuando dijo que su militancia contra los transgénicos había estado equivocada. Además, participaron productores agropecuarios, entre los que se destacó el argentino Santiago del Solar, y especialistas de Europa, África, Asia y América latina. Este cronista asistió por una invitación CropLife International.

"En China hay un millón de personas por año que deja de vivir el campo y se muda a las ciudades", dijo el especialista brasileño en agronegocios, Marco Fava Neves. Esas personas, agregó, mejoran sus ingresos y sus dietas.

A la demanda de granos se suman la de biocombustibles y de otros sectores industriales, como los cosméticos. "Las regiones ganadoras del mundo van a ser aquellas que mejor gestionen sus recursos de agua y suelo para satisfacer esa demanda", pronosticó Fava Neves.

En ese contexto, gran parte de los paneles del Borlaug Dialogue evaluó el papel de la ingeniería genética en la agricultura. Fueron Montagu y Fraley, directivo de Monsanto, quienes defendieron a la biotecnología. "Hay 10 millones de agricultores de 30 países que siembran 170 millones de hectáreas con productos genéticamente modificados (GM) cada año y, desde que se comenzaron a autorizar, en 1986, no se reportaron incidentes", señaló Fraley.

Montagu dijo que la incorporación del algodón BT le permitió a la India duplicar la productividad del cultivo y reducir el uso de insecticidas. "La aceptación o el rechazo de los GM deberían hacerse sobre bases científicas, no sobre creencias", destacó.