Ambiente y producción, una pareja de vínculo inestable

En el 37°Congreso de Producción Animal el foco estuvo en presentar fórmulas que permitan la continuidad de los planteos intensivos sin tener riesgo ecológico.

|
El doctor Galen Erickson, de la Universidad de Nebraska, uno de los ochenta disertantes que presentaron sus trabajos durante las tres jornadas del Congreso.

El doctor Galen Erickson, de la Universidad de Nebraska, uno de los ochenta disertantes que presentaron sus trabajos durante las tres jornadas del Congreso.

25deOctubrede2014a las06:19

Un planeta en alerta por el calentamiento global. El crecimiento de la población mundial. A su vez, una sociedad que toma conciencia de la necesidad de cuidar el ambiente. Consumidores preocupados por la calidad de los alimentos. Son cuestiones que hasta hace relativamente pocos años atrás no tenían espacio más que en alguna discusión académica. Hoy han copado buena parte de la agenda mundial.

No hay actividad del hombre que haya quedado afuera de estas preocupaciones. Pero ninguna concita tanta atención como la producción de alimentos, que se encuentra en el mismo centro de las discusiones sobre el futuro de la humanidad y el planeta.

Es entonces casi inevitable que en el futuro cercano el negocio de los productores cambie, con mayores regulaciones y exigencias de calidad, inocuidad y trazabilidad de los alimentos.

Por todo esto cada vez que se juntan los científicos relacionados con el agro para intercambiar información sobre la marcha de sus trabajos hay que parar inmediatamente la oreja y prestar atención. Esta semana se realizó en Buenos Aires el 37º Congreso Argentino de Producción Animal en la que 80 disertantes de 12 países de América latina, Estados Unidos, Europa y Oceanía debatieron sobre el presente y el futuro de la actividad en los próximos veinte años. En el éxito de esta convocatoria mundial de investigadores mucho tuvieron que ver la participación de la American Society of Animal Science (ASAS) y la Sociedad Chilena de Producción Animal. Los investigadores se muestran muy interesados en generar redes de trabajo para construir el mayor intercambio posible.

¿Qué conclusiones sacaron a lo largo de las tres jornadas? Básicamente que el proceso de intensificación de la producción ganadera se topa ahora con un límite muy preciso que le impone el ambiente o la conciencia ambiental de la población. La emisión de gases de efecto invernadero por parte de los rumiantes, la contaminación de las napas por nitratos por la concentración animal o la degradación de los suelos son realidades que hoy participan la ecuación productiva.

El investigador Enrique Viglizzo (INTA-Conicet) abogó por dejar de ver a la producción ganadera en una sola dimensión, la productiva o la económica, y comenzar a analizarla en sus muchas otras dimensiones en las que intervienen los factores ambientales, sociales y de calidad y seguridad alimentaria. "La métrica para medir nuestros sistemas de producción se ha hecho más compleja", sostuvo Viglizzo.

La economía del agua y del carbono ahora cuenta. Producir alimentos deja una huella, ya sea de carbono por los gases de efecto invernadero que emite su cadena de producción o una huella de agua por el volumen total de agua dulce utilizada. Por caso, cada kilo de carne bovina producido tiene una huella de agua que varía de 10 a 17.000 litros de agua. En el caso del trigo su huella está entre los quinientos y mil litros.