Se desacelera emisión del BCRA por primera vez desde mayo
Vanoli parece haber adoptado actitudes más "monetaristas" que las de Marcó del Pont y que las del último tramo de Fábrega.
|La nueva impronta del Banco Central alcanzó a desorientar a quienes, en los primeros días de Alejandro Vanoli, habían previsto un desembarco heterodoxo y una política monetaria con un sesgo más expansivo. Los 45 días que lleva de gestión el exfuncionario de la CNV mostraron el primer mes desde abril en el que se frenó el crecimiento de la emisión: los pesos que circulan en la economía (la base monetaria), que entre mayo y septiembre habían ido escalando del 17,3% al 19,9% anual, lo hicieron en octubre al 19,7% anual, y terminarían por confirmar esta tendencia a lo largo de noviembre.
En el sistema financiero ya reconocen efectos sobre el dólar y las expectativas de devaluación que, en buena medida, no pueden ser atribuidos a los controles, inspecciones y persecuciones que se dispusieron en las últimas semanas. En sus inicios, Vanoli parece haber adoptado actitudes más "monetaristas" que las de Marcó del Pont y que las del último tramo de Fábrega (abril-septiembre) para combatir una corrida cambiaria que había escalado fuertemente a partir del default. Algunos resultados ya se perciben: la compra de dólar ahorro, que venía de marcar récords, mostró en noviembre su primera caída en siete meses. La demanda en ventani-
llas retrocedió un 13% en los primeros días de noviembre, respecto de octubre, e interrumpió una racha con subas de hasta el 45% mensual.
La menor expansión de Vanoli es resultado de una serie de decisiones "ortodoxas" que tomó en el primer mes y medio. La primera: la suba de las tasas de interés mínima, en pases y plazos fijos, que alentaron levemente el ahorro del sector privado, pero que no tardaron en ser trasladadas por los bancos a las tasas de préstamos no regulados (por ejemplo, a empresas). Es lo que evita, en parte, que la emisión quede en poder del público, que según el último dato del BCRA crece al 17% anual; y lo que, simultáneamente, nutre el fondeo de los bancos, que avanza al 23%.
La segunda: la decisión de que el Gobierno deje de financiarse enteramente con emisión del Banco Central y empiece a abastecerse ahora también con pesos del mercado, mediante colocaciones de bonos atados al dólar, como la que se vio ayer. En sólo 30 días, el Tesoro absorbió a través de estos instrumentos unos $ 14.000 millones que, en los tiempos de Fábrega o Marcó del Pont, hubiera obtenido a través de transferencias del BCRA. "No es ni heterodoxia ni ortodoxia; es pragmatismo", se disculpó recientemente un alto funcionario oficial en diálogo con este diario.
El mecanismo alcanza a compensar también la menor esterilización que se ve semanalmente en las licitaciones de deuda del Central, por una resistencia oficial a subir las tasas de interés en estos instrumentos: había sido de $ 15.000 millones en septiembre, con Fábrega; y fue de $ 3.000 millones en octubre, con Vanoli. "En octubre no dejó de haber una gran expansión en el financiamiento al Gobierno (unos $ 22.000 millones, el doble que el mes anterior), pero ésta hubiera sido mayor de no haber sido por el plan de utilizar bonos soberanos para cubrir las necesidades del Tesoro y evitar aumentar por éstas la emisión del Banco Central", comentó el economista de AMF Economía, Andrés Méndez.