Variedades de agropiro para suelos bajos salinos de la Cuenca del Salado

Profesionales del INTA han podido avanzar en el conocimiento, mejoramiento y utilización de agropiro, una variedad de pastura. Sin embargo señalan que “resta mucho por hacer y difundir con esta especie tan noble”.

Variedades de agropiro para suelos bajos salinos de la Cuenca del Salado
20deEnerode2015a las11:55

La alimentación de los rodeos de cría en la Cuenca del Salado bonaerense está basada, principalmente, en el uso del pastizal natural. Por tal motivo resulta de suma importancia conocer el pastizal para poder ajustar la curva de oferta forrajera a los requerimientos del rodeo.

Los bajo salinos y/o sódicos ocupan un 15% de la superficie de la Cuenca del Salado, y son los suelos que muestran las mayores limitantes para el crecimiento de las plantas. Sin embargo, estos suelos dominados por “pelo de chancho”, incrementan considerablemente la producción de forraje al sembrar una pastura de agropiro.

Si bien el agropiro es una pastura muy conocida por los productores de la región por las ventajas productivas que brinda, su manejo presenta algunas dificultades asociadas a la floración, la producción de cañas duras y la posterior formación de matas que resultan difíciles de pastorear.

Es por eso, que desde hace unos años técnicos del INTA,  Estación Experimental Balcarce y Cuenca del Salado, junto a profesionales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata, impulsan estudios sobre esta especie y las posibles diferencias entre materiales, con el objetivo de producir nuevas variedades de agropiro con características superadoras.

“Los estudios se orientan a comprender la dinámica de crecimiento y desarrollo del agropiro, a través de los  procesos morfogenéticos”. Asimismo, según explican los técnicos, “la información que surge de los trabajos es útil  para hacer un uso más eficiente de la pastura, mejorando notablemente tanto los resultados de la producción animal como la rentabilidad de los sistemas ganaderos”.

Pastura de agropiro, rebrote otoño-invernal (junio) con formación de matas, y cañas florales remanentes del verano.

Con los estudios se ha observado que “el crecimiento de las plantas se rige por la temperatura (días térmicos, °C/día), y no por el tiempo cronológico (días)”. Al mismo tiempo los investigadores comentan que “las plantas frenan su crecimiento cuando las temperaturas bajan por debajo un límite determinado por la ecofisiología de la especie (conocido como temperatura base o mínima). Por estos motivos es que el pasto crece más en la estación cálida que en la fría”.

Una característica de las gramíneas forrajeras perennes es que “al rebrotar cada macollo forma hojas, hasta acumular un máximo número de hojas vivas, a partir del cual comienzan a morir.” Al respecto los técnicos señalan que “en el caso de agropiro alargado, cada macollo mantiene  3,5  hojas vivas, de manera que al desarrollar una cuarta hoja la primera muere”. Expresado en suma térmica “la primera hoja comienza a morir al alcanzar 466°C (calculada como la suma de la temperatura media diaria - 4°C (temperatura base)), pudiendo haber cierta variación entre materiales genéticos ±42°C.