Devaluación de enero: a un año de la decisión que más lamentaría Kicillof

Kicillof aceptó las órdenes de Olivos y el dólar cerró ese fatídico miércoles con una pérdida del 9,5%, pasando de los $ 6,52 a los $ 7,14.

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Fuente: Ambito Financiero

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23deEnerode2015a las08:28

"Llegamos al techo, hay que vender. Tenemos que demostrar que nosotros somos los que mandamos". Eran las 12.20 del miércoles 22 de enero de 2014 y la discusión transcurría entre el dilema de subir o no las tasas de interés. Axel Kicillof se había apersonado, preocupado, para frenar la intención firme de los hombres de Juan Carlos Fábrega de comenzar a subir las tasas, y de manera sustancial, como condición imprescindible para demostrar que había un plan para reducir los pesos en el mercado y comenzar a controlar la inflación. El ministro de Economía llevaba al segundo piso del Banco Central su máxima sobre que la última medida que podría tomarse en las actuales circunstancias era algo que provocara frenar la marcha del consumo interno. El ministro abandonaría la entidad y al llegar a Economía se sorprendería aún más: la presidenta Cristina de Kirchner avalaba la teoría de Fábrega, y lo autorizaba a comenzar a subir las tasas de interés y a obligar a Kicillof a comenzar a aplicar, por primera vez en todos los años de kirchnerismo en el poder, una devaluación profunda del peso contra el dólar. A regañadientes, y con amenazas de renuncias a su equipo (nunca exteriorizadas), Kicillof aceptó las órdenes de Olivos y el dólar cerró ese fatídico miércoles con una pérdida del 9,5%, pasando de los $ 6,52 a los $ 7,14. 

Se chocaron en ese mediodía de la City porteña dos formas diametralmente opuestas de ver las causas de la crisis económica y de la manera de enfrentar su salida. Para Fábrega, el vicepresidente del Central, Miguel Pesce, y Waldo Farías (hombre que fue siempre muy cercano a Néstor Kirchner), la necesidad de subir los intereses era una realidad. Ya desde temprano habían avalado que el call money (el precio de préstamos entre bancos) llegara al 15% anual contra el 12,5% del miércoles, buscando mayor demanda de pesos entre las entidades y que, pronto, se trasladara al público y a los pedidos de dinero de las empresas a los bancos. Fábrega, Pesce y Farías saben, fruto de la experiencia, que es el ABC de los días complicados de corridas contra el dólar: devaluar, absorber pesos, hacer subir las tasas de interés y luego enfrentar la demanda. 

La experiencia en cómo manejar jornadas complejas por un lado y la cercanía con la ideología oficial por el otro. Nobleza obliga, se llegaba a un acuerdo de caballeros y la discusión del tipo de cambio y las tasas de interés llegó a su fin pactando conversaciones diarias y constantes entre ambas partes. 

Sin embargo, precisamente cuando se sellaba ese pacto de caballeros, la situación comenzó a ponerse difícil. Un día después de aquel complicado miércoles, el jueves 23, una información volvió a alterar al Central. Llegó al edificio de Reconquista 266 un dato terminal: el Banco Provincia de Buenos Aires había concretado una operación de venta de dólares a un precio de $ 8,30. El comprador era un banco privado extranjero, que luego dio la alerta a la mesa de dinero del Central consultando si, al ser la entidad bonaerense un banco público cercano (en teoría) al Gobierno nacional, ese precio de $ 8,30 parecía ser entonces ya un valor oficial del Gobierno de Cristina de Kirchner. El banco privado, de capitales europeos y eventualmente cercano a una megaoperación futura que está planificando el Gobierno en el mercado financiero internacional, consultó el tema porque, según lo que explicaba, "desde nuestra casa central se nos está preguntando cuál es el precio real del dólar para continuar las negociaciones".