La carne, entre el tipo de cambio y la falta de incentivos
Consecuencia de esta política fueron el cierre de más de un centenar de plantas y el despido de miles de trabajadores de frigoríficos.
La Argentina está tratando de que abra el mercado a la carne enfriada (un negocio de nicho, de alto valor) y a la congelada con hueso.
La política anti-exportadora que causa el desaguisado de precios es un combo formado por un tipo de cambio anclado bastante más bajo que el paralelo, menos un 15% de retenciones a la exportación de carne. Si eso falla, se pueden restringir los permisos de exportación (ROEs). En ciertos años e incluyeron vedas, encajes y presiones, que hoy no hacen falta porque la inflación de los costos internos hizo que exportar resultara menos rentable, o directamente no conviniera. Por otro lado, la enorme liquidación de 2008/2009, sumada al desincentivo de la política intervencionista, quitó el entusiasmo a la producción de animales de exportación, un trabajo de tres o cuatro años que nadie quiere hacer sin horizontes promisorios.
Consecuencia de esta política fueron el cierre de más de un centenar de plantas y el despido de miles de trabajadores de frigoríficos. También, que desde hace varios años la Cuota Hilton argentina, que es la mayor del mundo -30.000 toneladas de cortes caros que la UE le compra a la Argentina exentas de aranceles altísimos-, esté quedando con entre una tercera y una cuarta parte desperdiciada. También, que la Argentina haya caído del tercer puesto en el top ten de exportadores de carne, al 12°, de acuerdo con la estimación del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés). También, que la proporción de exportaciones se haya reducido a cerca de la mitad de la que era habitual, y abarque solo el 7% de la producción de carne, con un consumo per cápita de 60 kilos por año.