Los tambos que se cierran no vuelven a abrir

Cada crisis resiente la competitividad y afecta la sanidad, la genética y calidad de la leche

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La forma de producir no cambia con los precios.

La forma de producir no cambia con los precios.

06deFebrerode2016a las09:05

Una agonizante batalla libran una vez más los productores de leche. Ser o no ser tambero es la cuestión. No es de ahora, pero como todo, desmoraliza a todo el que lo vive una vez más, pero con interludios cada vez más cortos.

Los tamberos, con tambos desde 10 hasta 3000 vacas, sufren oscilaciones en el precio de la leche tan amplias y frecuentes que dejan sin aliento al más previsor. Ocurre otro tanto con las oscilaciones de los insumos. Y muchas veces como ahora, cuando el precio de la leche baja coincide con la suba del costo del principal insumo.

Las causas a veces son nacionales, otras veces internacionales y muchas, como ahora, de las dos fuentes. Las consecuencias son siempre las mismas: menos tamberos, tambos mas grandes y una lechería que pese a ser de las más competitivas del mundo se resiente particularmente cuando su limitado excedente tiene dificultades de colocación en el mercado internacional.

Nuestros tamberos tienen muy buena genética, muy buena calidad de leche, muy buena sanidad y muy buenas muchas otras cosas que se sufren costosa e irremediablemente en cada uno de estos sacudones.

¿Cómo reaccionan los tamberos ante cada crisis de precios? Gastando menos, produciendo más y endeudándose. Hasta que se llega al límite de pensar en cambiar de actividad, los que todavía tengan ganas de encarar algo. "Se me está incendiando el rancho y los bomberos me dieron turno para octubre", me ejemplificó dolorosamente un tambero hace pocos días.

¿Adónde vieron que los tambos cambian de sistema cada vez que baja el precio? Sólo en algún país sin objetivos. Pero los tamberos quieren producir con objetivos. Saber hacia dónde van. Nunca nadie les dijo que papel jugaban en la economía nacional, ni que proporción les toca del precio final. Lo mínimo -dicen- con tal que no se afecte la salud de los otros eslabones de una cadena que, más que unir, ata y agobia al eslabón más débil.