Tambo robótico: la tecnología de precisión que desafía a la lechería

El INTA Rafaela y la firma DeLaval investigan cómo implementar el sistema de ordeño voluntario tanto en los planteos pastoriles como en los estabulados.

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La comida en el robot constituye uno de los atractivos para que la vaca se retire de la pastura y quiera ir a ordeñarse. Foto: Diego Lima

La comida en el robot constituye uno de los atractivos para que la vaca se retire de la pastura y quiera ir a ordeñarse. Foto: Diego Lima

05deSeptiembrede2016a las08:04

Aunque para muchos sea más propio de la ciencia ficción que de la realidad del tambo, la robótica aplicada al ordeño es una tecnología con más de veinte años de desarrollo, adoptada hoy por unos 35.000 establecimientos en todo el mundo. Contra lo que podría pensarse, además, su inicio se dio en explotaciones pequeñas de Europa para cubrir un déficit de mano de obra y no en grandes establecimientos altamente tecnificados. Para completar la saga de "falsos mitos" en torno al robot, actualmente el mismo viene siendo adoptado tanto en planteos estabulados como pastoriles, donde su versatilidad le ha permitido adaptarse perfectamente a las condiciones de producción.

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Pero, ¿cómo se adaptaría esta tecnología a un esquema productivo típico de la Argentina, que combina pastoreo con encierres estratégicos? Esto fue lo que motivó al INTA Rafaela y a la empresa DeLaval a embarcarse en un proyecto inédito: instalar un VMS ('Voluntary Milking System') o 'Sistema de Ordeño Voluntario'.

Para el INTA, lo que se busca es anticiparse a tecnologías que indefectiblemente "van a llegar". Para la empresa de equipamiento, por su parte, se trata de validar en las propias condiciones, una tecnología que viene a dar respuesta a uno de los grandes retos que enfrenta la actividad: la dificultad para conseguir mano de obra. "Si nosotros podemos sustituir la tarea pesada y rutinaria, creo que estamos dando la posibilidad de que las nuevas generaciones se entusiasmen", explica Carlos Callieri, gerente de Bienes de Capital de DeLaval.

El convenio de vinculación tecnológica entre la compañía y el INTA se firmó en 2014. La obra civil se inició hasta enero del año siguiente, donde ambas partes aportaron recursos: el INTA, el predio, los animales y la infraestructura; y DeLaval, las "tecnologías de precisión" a validar.