La historia de Michroma: el emprendimiento que puede revolucionar la industria de los alimentos

Michroma es una compañía que nació en Santa Fe y que desarrolla colorantes naturales usando biotecnología.

23deEnerode2020a las14:36

Somos lo que comemos es la premisa del emprendedor Ricky Cassini, cofundador de Michroma. “Hoy en día la mayoría de los colorantes utilizados en la industria alimenticia son a base de petróleo, son tóxicos y están relacionados a muchos problemas para la salud, desde alergias e hiperactividad en niños hasta cáncer”, explica en una nota que compartió Endeavor.

La empresa es una de las pocas empresas a nivel mundial que generan una solución natural a partir de hongos y fueron invertidos por la aceleradora de biotecnología más grande del mundo, Indiebio.

Hace años que los colorantes artificiales se utilizan para hacer las comidas más atractivas y por eso están en muchísimos alimentos que comemos como gaseosas, caramelos, yogurt, cereales, y mermeladas, pero los efectos que tienen en la salud dejan mucho que desear. En los últimos 50 años el consumo de estos aumentó 500% y los niños son los mayores consumidores. Por otro lado, si bien las versiones naturales siempre son una mejor opción, pero su fabricación implica algunos desafíos.

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“Los colorantes naturales usados actualmente no son del todo sustentables, son caros y además la performance que tienen es regular. Algunos provienen de plantas como la remolacha o zanahoria, los cuales utilizan agricultura tradicional, es difícil controlar el uso de agrotóxicos y utilizan solventes en el proceso de extracción de color. Otros provienen de insectos como el rojo carmín, que crece en plantaciones de cactus y para producir 1 kilo de colorante tenés que moler 100.000 insectos, y también no es apto para vegetarianos o dietas Kosher y Halal”, comenta.

En Michroma, utilizando tecnología de punta en biotecnología desarrollaron novedosos colorantes a partir de hongos que les permite tener una opción superadora a los colorantes naturales actuales gracias a que se producen en tanques (fermentadores). Tienen mejor estabilidad a pH y temperatura que los hace ideales para la industria alimenticia y cosmética, lo que atrajo el interés varias empresas nacionales y multinacionales. 

Actualmente, el equipo de la compañía se mudó a San Francisco, USA, después de recibir casi medio millón de dólares en inversión para trabajar en la optimización del colorante. Están optimizando la fermentación, pero también utilizando CRISPR, la última técnica de edición genética, para crear cepas super productoras de colorantes y ofrecer una opción natural competitiva en costos y tomar este mercado de unos 5.000 millones de dólares.

La historia detrás del emprendimiento

En esta nota que compartió Endeavor, la historia detrás de su emprendimiento.

Endeavor: ¿Qué te inspiró a emprender?

Ricky Cassini: Desde chico siempre me interesó emprender, me apasiona la innovación en todas las áreas y el cambio constante. Mi primer acercamiento al emprendedurismo fue a los 15 años, cuando todavía la gente tenía miedo de comprar en internet y los locales de electrónica eran la única opción en mi ciudad (y muy cara), cree un portal para revender con entrega en persona artículos que yo compraba por internet.

Estar siempre pensando en ideas de negocios me llevó a estudiar Lic. en Administración de Empresas en la Universidad Austral, donde la tesis final de carrera es una competencia con un proyecto de negocios. Tuve la suerte de sacar el primer premio que consistía en un viaje a Silicon Valley. Fue transformador, me voló la cabeza, y pasé de pensar en soluciones locales a soluciones mundiales, aprendí a pensar en grande.

E: ¿Cómo nació la empresa? ¿Qué hito -si es que lo hubo- desencadenó el primer paso?

RC: La idea de crear la empresa surgió cuando conocí a mi socio, Mauricio Braia. Él fue a presentar su investigación científica a mi Universidad y terminamos charlando sobre cómo se podría hacer para sacar la ciencia del laboratorio y convertirla en un negocio. A partir de ese momento, pegamos buena onda y comenzamos a trabajar juntos.

Todo se fue desencadenando muy rápido, fuimos seleccionados entre 800 proyectos para ser acelerados por Grid Exponential, unos meses después viajamos a Silicon Valley y ahí conocimos a Indiebio, la mayor aceleradora de biotecnología del mundo. Se interesaron mucho en lo que estábamos construyendo y decidieron invitarnos a su programa. Eso incluía 5 meses de aceleración en San Francisco, un laboratorio completo, todos los contactos que brinda ser parte de la familia Indiebio y USD 250.000. A eso se sumó la inversión de GridX de USD 200.000, y ahí fue cuando una idea se transformó en una empresa.