Cuarentena en el campo: la experiencia de producir cuidando en un contexto marcado por el COVID-19

La lechería, un rubro esencial dentro del aislamiento obligatorio, aplica protocolos y se mantiene en movimiento para que no se corte la provisión de materia prima.

Cuarentena en el campo: la experiencia de producir cuidando en un contexto marcado por el COVID-19
04deAbrilde2020a las09:59

A la calma habitual de una mañana de campo se le sumó la quietud del aislamiento. Luego de cruzar por algunos caminos de campo bloqueados llegamos al este de Presidente Roca, en el centro-oeste santafesino, en donde dialogamos Darío Dell Erba, un emprendedor de la lechería que produce en campos alquilados y que siempre apuesta a crecer.

Con una planificación de inversiones en cada una de las unidades que alquila la empresa de Dell Erba, que son siete en total (seis tambos y un campo para recría), llega a 20 años la estrategia para poder recuperar las inversiones que se hacen: el trabajo en las viviendas, las salas de ordeño, la impermeabilización de fosas, los corrales de espera, los alambrados, las columnas de energía eléctrica.

Todo está contemplado en las tareas que ahora se ven ralentizadas por la licencia de todo el personal externo a cada tambo, en linea con el aislamiento obligatorio por COVID-19.

Actualmente, Darío está instalado con su familia en un campo cercano desde que empezó esta cuarentena obligatoria, sólo movilizándose para atender algunas necesidades de los establecimientos.

Picamos la semana pasada unos lotes de maíz, en dos días de trabajo y sembramos, que fue por lo único que cortamos la licencia del personal. Estamos en un momento tranquilo porque los cultivos pueden esperar, entonces todo lo que podamos correr para adelante lo vamos a hacer”, explica.

Desde las 233 hectáreas del estableciimiento de Presidente Roca, pegadas a un pueblo de productores, conocemos cómo es producir bajo el contexto de aislamiento obligatorio, en donde dos veces por día las vacas cruzan un camino rural para el ordeño a las 4 de la mañana y a las 15, durante todo el año.

Son 300 las vacas las que enfilan hacia la fosa con 16 bajadas y tres personas (familia Vallejos) que desde hace 5 años se encargan de las tareas cotidianas. Se suman equipos de labranza, nutricionista, veterinario, que en estos días, salvo por una urgencia, no van al campo.