El caso de Tierra Greda: desde acopio, cómo fueron mutando hasta exportar carne a China
En los últimos años se abocaron a la modernización, automatización y digitalización de todas las actividades dentro del acopio.
Los acopios no solo son unas de las empresas más tradicionales del campo argentino, también un ejemplo vivo de la evolución del complejo agroindustrial. Gracias a una gran capacidad innovadora y adaptativa, estos actores nacidos en el Siglo XIX siempre han logrado sobrevivir aferrándose al agregado de valor como herramienta de competitividad.
Desde la Federación de Acopiadores destacan que detrás de esta premisa hay miles de historias de sueños, fuerza emprendedora e inversión para contar.
Una de ellas es la de Tierra Greda, una empresa acopiadora con base de operaciones en Larroque, de 6.451 habitantes, en la provincia de Entre Ríos. Allí, Atilio Benedetti, presidente y fundador de la compañía, arrancó en 1980 distribuyendo semillas forrajeras para rápidamente sumar el acondicionamiento y comercialización de granos. “Por mucho tiempo fue ese nuestro principal negocio, pero luego fuimos mutando y desarrollando internamente la idea de agregar valor transformando proteínas vegetales en proteínas animales”, cuenta.
Hoy, además de una planta de acopio con capacidad para más de 33 mil toneladas de granos, Tierra Greda cuenta con una fábrica de alimento balanceado que produce 15 toneladas por hora; ocho galpones para la crianza de pollos, que en total albergan 220.000 aves; y una cabaña porcina que, con tecnología de punta, cría y engorda animales con una escala de producción que ronda las 1.600 madres y 24.000 cerdos de población permanente, de los cuales se exporta -principalmente a China y Rusia- el 25%.