Iba a ser agrónomo pero Malvinas le truncó el sueño: se mudó a Venado Tuerto y apostó a un negocio que lo mantuvo cerca de sus raíces
Miguel Savage sobrevivió a la guerra, con 19 años y 22 kilos menos; una vida que se frenó, un reencuentro con el campo y una anécdota inolvidable
Escuchar hablar a Miguel Savage es una experiencia tan emocionante como estremecedora. Sus palabras, tan cálidas y llenas de historia y verdad, calan hondo en los oídos de quienes conversan con él. Su historia es la de tantos miles que en 1982, con menos de 20 años, les tocó frenar su vida tal como la conocían para ir a luchar a una guerra que pocos entendieron y que marcó a una generación.
Miguel proviene de una familia de campo. En 1840, sus tatarabuelos, los Burnet, salieron de Escocia para establecerse en Chascomús: “Eran ovejeros, hablamos de la época de pre ganadería vacuna. Esos campos se los facilitaban los hermanos de Rosas. Fue realmente histórico, unos pioneros”, cuenta Savage en diálogo con Agrofy News.
Del lado paterno, los Savage, eran irlandeses. “Mis tatarabuelos llegaron de Irlanda en la misma época y se establecieron en Luján”. Esas raíces angloparlantes tuvieron relevancia luego en su experiencia en Malvinas, pero no lo supo hasta ese momento.
Agronomía y Malvinas, un sueño frenado y otro que nació
“Yo me crié en Adrogué, provincia de Buenos Aires, donde tuve una infancia y adolescencia tranquilas, sin lujos pero sin privaciones. Jugaba al tenis y había ingresado en Agronomía porque me encanta el campo y la vida tranquila del interior”, recuerda Miguel.
Lamentablemente, la guerra truncó ese proyecto: “Una de las consecuencias más graves del estrés postraumático es que afecta la concentración y el foco para el estudio. Tuve que abandonar la carrera”, reconoce.
Sin embargo, Miguel le dio una vuelta a eso que le apasionaba y empezó a moverse: “Hice lo que pude y no me fue tan mal. Primero trabajé como viajante de comercio vendiendo chapas para techos y silos en la zona núcleo. Fueron seis años de recorrer el interior del país, y cuando ví cómo se vivía ahí, que se frenaba para ir al club o dormir la siesta, me dije ´yo tengo que radicarme acá´”.
Eligió Venado Tuerto, donde vive desde 1991. Allí formó su familia y decidió emprender: “Comencé junto a mi hermano una pyme de venta de artículos rurales y siderúrgicos que llegó a ser bastante exitosa, tuve varios empleados”, dice orgulloso.
Con respecto a la situación que vive el campo actualmente, Miguel expresa: “El mundo está cambiando mucho, dando un giro de 180 grados y el agro va a tener un crecimiento exponencial por la demanda de alimentos. Vamos a volver a ser el granero del mundo que fuimos en la Segunda Guerra Mundial y va a durar mucho tiempo”, pronostica. Y da un mensaje: “No decaigan, sigan con el ingenio argentino que es inagotable”.