San Juan: la experiencia de tres productores que agregan valor desde el origen

Emprededores aguerridos y resultados reconocidos se combinan para trascender a todas las coyunturas; algunos ejemplos del uso de sellos en alimentos

San Juan: la experiencia de tres productores que agregan valor desde el origen
18deAbrilde2022a las17:24

Haciendo frente al clima adverso, los productores sanjuaninos demuestran que el día a día y la dedicación se transforman en productos altísima calidad que logran lo que muchos otros no: tener sellos de calidad, de denominación de origen o de ubicación que generan un valor agregado.

Al llegar a esta zona de Cuyo lo primero que advierten los locales es que se transita por un “oasis”, entre la precordillera, los valles, los diques y las acequias que ahora por 130 días tendrán restringida la circulación de agua y, en definitiva, el progreso productivo, para quienes no tengan riego y perforaciones pre existentes que permitan seguir adelante.

La sonrisa sincera y la invitación a recorrer cada finca es lo que confirma que el campo argentino tiene muchos formatos y en San Juan se puede apreciar a tantos empedernidos productores que logran resultados excepcionales.

Es una provincia con un régimen de lluvias de 90 milímetros anuales con una superficie cultivable que llega al 0,7 por ciento de su territorio.

Con la organización del Círculo Argentino de Periodistas Agrarios, además del apoyo del Ministerio de Agricultura de la Nación y del Ministerio de la Producción de esa provincia, un recorrido de capacitación permitió ver de cerca la tarea de quienes trabajan en producciones orgánicas, pero también quienes alientan a los sellos para destacar alimentos.

Tutuna y la olivicultura

Esteban Santipollo es ingeniero agrónomo y trabaja en su finca Tutuna, el nombre que tiene su emprendimiento tomando la manera en la que una de sus hijas le decía a las aceitunas.

Un espacio especial, donde la agroecología toma forma entre los olivos, algunos con 150 años de historia y que fueran injertados hace cuatro décadas con la variedad arauco.

“Acá la mitad del trabajo es regar”, comenta mientras recuerda que desde 2013 trabaja sin el uso de fitosanitarios para combatir lo que el llama “buenezas”, pero también para luchar contra las plagas como la cochinilla que afectan a las plantas que aportan la materia prima surgida de una productividad que se controla con poda, tarea conocida como “reserismo”. Esta transición a la agroecología le permitió generar sus insumos.

En nueve hectáreas propias y diez alquiladas, produce entre ocho y diez mil litros de aceite al año, teniendo en cuenta que cada litro demanda 6,5 kilos de frutos al año, que se obtiene de la pulpa y por lo tanto el aceite de oliva es un jugo que logra la separación de la pulpa cuando se lo lleva a los 25 grados centígrados, en su sala de extracción que privilegiadamente está dentro de una construcción de adobe que tiene un siglo y medio, con paredes de 60 centímetros de espesor, con lo cual logra un control de temperatura ideal para la tarea y la conservación del producto.

Santipollo tiene en la finca riego por goteo que surge de un reservorio y por lo tanto no perderá tanto en este año tan complejo para los sanjuaninos, sin embargo seguirá sintiendo el impacto de la suba de costos. La energía eléctrica tuvo un alza en su precio de cuatro mil por ciento en cinco años y es por eso que debió avanzar hacia la instalación de paneles solares.