Veterinario argentino en España: se fue por la hiperinflación, trabajó por recuperar una raza en extinción y tuvo repercusión mundial
Su pasión por los animales lo llevó a liderar una Asociación que fomenta la cria de una especie regional de ovejas
Julio César Bóscolo (63) nació en Argentina (Centeno, Santa Fe) y se mudó a España en la búsqueda de oportunidades por la crisis de la hiperinflación de 1989/90.
"Era una locura", recuerda al contar lo que vivió en los 90, cuando la inflación anual superó el 4000%. Por ese entonces, se desempeñaba como veterinario: "Una cesárea costaba más que el animal, por lo que los ganaderos tomaban la decisión de dejarlos morir. Esa era la situación".
Julio estudió veterinaria en La Plata y no venía de familia de campo. Lo que lo motivó a encarar la profesión fue su "locura" por los animales. Trabajó seis años en Arroyito, Córdoba, en donde se dedicó a atender vacas de tambo.
Cuando decidió emigrar, apuntó a España por el idioma: "Fue un momento muy duro. Cuando tomé el avión, casi la totalidad de los 350 pasajeros éramos jóvenes de no más de 30 años que buscábamos desesperadamente un nuevo destino", relata a Agrofy News.
Veterinario argentino en España: primer año
Con 30 años, Julio llegó en agosto de 1990 a Madrid, sin ningún trabajo pactado. Estaba en pareja pero viajó solo para ver qué conseguía. Ni bien llegó, su primer objetivo fue homologar el título y comenzar a trabajar de lo que sea para cubrir costos, ya que había vendido todo lo que tenía en Argentina para intentar una nueva vida en el viejo continente.
Apenas llegó, intentó contactar a un veterinario que estaba en Benidorm, pero se encontró con que la ciudad estaba atestada de turistas de verano, y no le quedó otra opción que dormir en una plaza y volver cuanto antes a Madrid, en donde trabajó durante un año como mozo. "Todos los que llegamos nos buscamos la vida como pudimos".
Al año ya tenía el título de veterinario homologado. Volvió a la Argentina, en donde se casó con su pareja, y ambos volvieron a España (agosto 1991), pero con la idea de instalarse en algún pueblo dado que ellos estaban acostumbrados a la vida en localidades más pequeñas. Y ahí fue que tuvo lo que él llama "un golpe de suerte".
La "suerte" fue conocer a otro argentino que había emigrado con él, que a su vez tenía un amigo que estaba trabajando con una ONG en una localidad española de la provincia de Huesca: Ansó. "Lo llamé y me contó que estaban buscando veterinarios para trabajar en el pueblo", repasó Julio.
Lo que sucedió es que justo había cambiado una normativa que obligaba a los veterinarios a elegir entre la función pública y la profesión privada. Entonces todos los veterinarios de Ansó habían optado por la función pública, lo que dejó vacante uno de los puestos que Julio ocupa hasta el día de hoy.
La vida en el pueblo: Ansó, en la provincia de Huesca
"Es un pueblo muy bonito, en el medio del Pirineo", destaca el argentino radicado en España, en donde tuvo dos hijos y se volvió ganadero.