"Es rentable": el agrónomo que se especializó en flores y ahora promueve una nueva producción en el agro argentino
“La floricultura es parte del sector agropecuario. Muchas veces se la subestima porque se la confunde con la jardinería, pero no es lo mismo", señala el especialista de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora

Victor Jose Milicia es ingeniero agrónomo y director de la Maestría en Floricultura de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Su historia comenzó en Monte Grande, entre macetas y ferias barriales. Hoy forma profesionales en la floricultura, un sector con potencial económico y exportador.
Flores en Argentina: de las ferias al posgrado universitario
“Me crié entre plantas”, contó Victor quien recordó sus primeros pasos en la floricultura acompañando a su familia en las ferias de Monte Grande: “Inicialmente era solo venta. Después empezamos con la producción de arbustos, rosales y plantines ornamentales”.
Aquella experiencia despertó en él la necesidad de formarse en profundidad: “Quería saber más sobre cómo se producían, cómo se trataban las plagas y enfermedades. Por eso decidí estudiar Ingeniería Agronómica en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora”.
En 2008, la universidad creó la Maestría en Floricultura. “Estamos por iniciar la sexta cohorte y tengo el honor de ser el director”, comentó el ingeniero.
Con una trayectoria consolidada, Victor defiende la importancia de este sector dentro del agro argentino. “La floricultura es parte del sector agropecuario. Muchas veces se la subestima porque se la confunde con la jardinería, pero no es lo mismo. La floricultura es una disciplina que se encarga de la producción y comercialización de plantas ornamentales o de sus partes”, aseguró Victor.
Esa distinción es clave ya que además de la venta de plantas con flores o con follaje– como las del interior–, también se comercializan bulbos, semillas y flores de corte. Las flores de corte son aquellas que se cultivan para decoración: adornar eventos, edificios o casas. “Son productos ornamentales pero también profundamente emocionales: hay algo muy sensible en la presencia de una flor en el hogar”, expresó Milicia.