El punto de inflexión que vive la ganadería estadounidense luego de que el stock ganadero alcance un mínimo desde 1951

Ganaderos retienen animales y apuestan por una recuperación lenta pero sostenida, mientras los consumidores pagan carne cada vez más cara y los frigoríficos acumulan pérdidas

El punto de inflexión que vive la ganadería estadounidense luego de que el stock ganadero alcance un mínimo desde 1951
08deAgostode2025a las07:26

Después de una larga sequía que diezmó los pastizales y forzó a reducir drásticamente la producción, los ganaderos estadounidenses comienzan, con cautela, a reconstruir sus rebaños. El proceso llega tras años de contracción que llevaron al inventario nacional a su punto más bajo desde 1951. La señal de esperanza llega con lluvias que devolvieron el verde a los campos, la expectativa de una buena cosecha de maíz —clave para la alimentación animal— y un mercado que sigue pagando precios récord por la carne, según una informe hecho por la agencia Reuters. 

Un punto de inflexión en la ganadería estadounidense

En Nebraska, Craig Uden decidió sumar 200 vacas madres y sus crías a su rodeo en mayo, aprovechando la mejora en las condiciones del suelo tras semanas de lluvia. En Dakota del Sur, Troy Hadrick retuvo 16 animales en su establecimiento para iniciar la reconstrucción de su rodeo, en lugar de enviarlas al matadero como carne. Y en el sur de Texas, Fausto Salinas también optó por preservar su stock, sumándose a la lenta pero visible tendencia de expansión.

A comienzos de este año, el Departamento de Agricultura de EE.UU. informó que el número total de cabezas de ganado había caído a 86,7 millones, el registro más bajo desde 1951. La escasez fue tan pronunciada que grandes empacadores como Tyson y Cargill debieron competir por suministros limitados, mientras el país incrementaba sus importaciones de carne desde naciones como Brasil y Australia.

Los ganaderos estadounidenses comienzan lentamente a reconstruir su rebaño diezmado

La sequía forzó decisiones drásticas

Durante los peores momentos de la sequía, la pastura dejó de crecer, el forraje subió de precio y muchos productores se vieron forzados a vender ganado o buscar alfalfa a cientos de kilómetros para alimentar a los animales. El resultado fue una caída abrupta del stock, que no solo afectó a la industria, sino también al bolsillo de los consumidores, que hoy enfrentan precios récord en la góndola.