De la pasión heredada a la ganadería del futuro: un ingeniero agrónomo impulsa el forraje hidropónico con inteligencia artificial

Los módulos pueden producir hasta 1200 kilos de forraje cada nueve días; aportan mayor proteína y digestibilidad

De la pasión heredada a la ganadería del futuro: un ingeniero agrónomo impulsa el forraje hidropónico con inteligencia artificial
26deDiciembrede2025a las13:46

El ingeniero agrónomo Tomás Pennisi encontró en la hidroponía una pasión heredada y una respuesta tecnológica para los desafíos de la ganadería moderna. Desde Sastre y Ortiz, Santa Fe, trabaja junto a SiloSiembra como asesor agronómico, una empresa argentina que impulsa la revolución del forraje hidropónico con un sistema automatizado que combina inteligencia artificial, eficiencia y sustentabilidad.

“El vínculo con la hidroponía lo hice a través de mi padre. Él no era ingeniero agrónomo, pero siempre fue un fanático de la actividad”, recordó Pennisi. Su historia con el agro comenzó casi por casualidad. En un principio, pensaba estudiar medicina, pero su abuelo tenía campo en el norte de Santa Fe y fue su padre quien lo animó a seguir el camino de la agronomía. “Yo ni sabía que existía esa carrera”, comentó entre risas.

Desde fines de los noventa, su camino fue autodidacta: se formó leyendo, experimentando y participando en encuentros del sector. En 2012, dio el salto a la escala comercial con producción la de aromáticas y verduras. Esa experiencia lo llevó a conocer el potencial del forraje verde hidropónico (FVH), aunque también las limitaciones de los sistemas tradicionales: altos costos, mucha mano de obra y falta de estabilidad en la calidad.

“Yo veía que era complicado, que muchos equipos no satisfacían lo que el productor necesitaba. Eran máquinas que hacían pasto, pero no soluciones”, resumió.

hidroponia

Una tecnología que revolucionó el paradigma

Todo cambió cuando conoció a los fundadores de SiloSiembra, una empresa que había desarrollado un sistema para producir forraje hidropónico con automatización total. “Lo que más me atrajo fue que era un sistema totalmente automatizado: no había que preparar bandejas, sembrar, lavar semillas ni estar pendiente del riego todos los días”, destacó Pennisi.

La tecnología, íntegramente argentina, combina ingeniería agrícola, sensores ambientales y algoritmos que ajustan riego, ventilación, temperatura y luz en tiempo real. Cada módulo —de 4 x 3 x 2,5 metros— puede producir hasta 1200 kilos de forraje cada nueve días, con más del 25 % de proteína y 90 % de digestibilidad.

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El sistema requiere sólo dos horas de manejo diario y puede instalarse en espacios adaptados, incluso galpones o estructuras existentes. Además, ejecuta disparos automáticos de agua oxigenada para prevenir hongos y puede operar con aguas de conductividad elevada.