Con el sabor de la victoria
Cuando a los 15 años, y junto con la peonada en los campos de sus abuelos enSan Pedro, salía a enlazar de a caballo novillos para curarles las pezuñasafectadas por la aftosa, una actividad considerada normal para la época, lejosestaba de pensar Alberto de las Carreras que la enfermedad se constituiría, conlos años, en un flagelo para la ganadería argentina.
Tampoco podía imaginar lo mucho que él iba a aportar más tarde en la luchacontra el mal, junto con productores, investigadores y funcionarios, para quehoy, a los 71 años, celebre con todos ellos el nuevo status sanitario que laOficina Internacional de Epizootias (OIE) le otorgó la semana última a laArgentina: país libre de aftosa sin vacunación.
Nacido en Martínez, recuerda de su infancia los días en su casa paterna deesa localidad bonaerense y en la estancia La Estrella, en San Pedro. En estaúltima abrevó una larga vocación familiar agropecuaria: su abuelo, EmilioFrers, fue el primer ministro de Agricultura de la Nación, en 1898, durante elgobierno de Julio A. Roca.
Pero también viene de una familia vinculada con el derecho. Su bisabuelo,Francisco de las Carreras, fue el primer presidente de la Corte Suprema deJusticia.
Se crió en el seno de productores agropecuarios. La familia tuvo, además,campos en Coronel Suárez (Buenos Aires) y en la Patagonia. Así fue germinandosu vocación, que plasmó con el título de ingeniero agrónomo en laUniversidad de Buenos Aires en 1953.