La industria avanza a marcha forzada

La Argentina carece de buenas estadísticas de ventas de maquinaria agrícola; por ese motivo se publican cifras de distintas fuentes que no coinciden entre ellas.

27deJuniode2003a las08:25
Por Mario Bragachini

El presente trabajo fue realizado sobre la base de informantes calificados de diferentes empresas del sector y pretende clarificar, con un error menor al 10 por ciento, la evolución del mercado en los principales rubros.

En su contenido figuran las cifra de venta promedio de los últimos años, las ventas del año 2002 y una proyección para el presente año: un 2003 cargado de incertidumbre por el cambio de gobierno, los efectos de la guerra en Irak, la falta de crédito, una cosecha de 70 millones de toneladas de granos, un sector ganadero con una muy lenta recuperación, economías regionales fuera de competitividad frente al cultivo de soja, creciente escala productiva, inseguridad en los campos y un Estado poco activo en relación con medidas concretas para frenar el éxodo de mano de obra del campo hacia las ciudades.

Las ventajas de la relación precio dólar/insumos/maquinaria que gozó el productor durante el año pasado, se van diluyendo. La amenaza de desaparición de los decretos de competitividad preocupan a los industriales argentinos de la maquinaria agrícola y también debe preocupar al Estado, dado que las industrias de maquinaria agrícola están ubicadas en el interior del país y son una buena herramienta para generar mano de obra con valor agregado exportable a través de los alimentos que Argentina hoy produce y coloca en todo el mundo.

Exportación a la vista

Es mucho el camino a recorrer, si Argentina pretende ser un país desarrollado. Muy difícilmente lo será sólo produciendo commodities, con menor valor agregado cada día.

La maquinaria agrícola argentina puede hoy iniciar una apertura de exportación a largo plazo. Ello constituiría una fuente invalorable de mano de obra especializada con alto valor agregado, elevaría la escala productiva, como así también la calidad de lo producido al cumplir las exigencias internacionales. Lo que, en definitiva, se conoce como competitividad internacional, que también sirve para sustituir importaciones de bienes de capital.

La agricultura nacional se encuentra hoy muy orientada hacia la producción de soja, y en proceso de reducir cualquier otra actividad. Hasta los industriales hoy abandonan sus fábricas para sembrar soja, y no porque producir la oleaginosa sea la panacea sino que es el más fácil y seguro negocio que ofrece el sector en Argentina.

El industrial argentino merece un mayor apoyo. El paquete debe incluir nuevas y mejores leyes de flexibilización laboral; mayores protecciones jurídicas frente a situaciones laborales; premios impositivos por generación de nuevos puestos de trabajo; exenciones impositivas por aperturas de nuevas fábricas en el interior del país; facilidades para importar máquinas herramientas; beneficios para exportar maquinaria, a través de incentivos y subsidios. De lo contrario, las industrias argentinas no crecerán y se seguirán perdiendo puestos de trabajo.

Cuando se habla de políticas activas para generar mano de obra, se habla de estas medidas y no de planes de contención social que, si bien son útiles a corto plazo, constituyen una política involutiva a mediano plazo y un lastre muy pesado a largo plazo. El mejor y más eficiente programa social comienza con crear condiciones de pleno empleo, trabajos que agreguen valor a las producciones que hoy ostentan competitividad internacional.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología garantiza la creación de nuevas alternativas laborales de alto valor agregado.

El campo se está quedando sin gente y la producción agrícola puede crecer hasta 100 millones de toneladas, pero la mano de obra ocupada puede seguir decrecie