De una oportunidad, se hizo una crisis - Por Ignacio Iriarte (*)
En 2008 se perdió una posibilidad histórica para la producción de carne, cuando se dieron los precios internacionales más altos desde 1973.
Entre los años 2000 y 2007 el stock ganadero creció en forma sostenida y acumuló cerca de siete millones de cabezas, en un período durante el cual la agricultura avanzó cinco millones de hectáreas. Este crecimiento se basó en gran medida en la creencia generalizada entre los ganaderos de que una vez superado el problema de la aftosa, nuestro futuro en el mercado internacional estaba asegurado.
Los primeros conflictos entre un precio del ganado que tendía a crecer por encima del IPC, y la lucha contra la inflación, comenzaron a fines del 2005, con las derogaciones de las sustituciones a la exportación y el aumento de las retenciones. Luego vino una serie de cambios en el peso mínimo de faena, destinado a "producir más carne".
En marzo de 2006 y ante un aumento circunstancial del precio de la hacienda, el Gobierno decidió cerrar totalmente las exportaciones, las cuales no se reanudaron normalmente hasta julio. En el período agosto-noviembre, se exportaron 280 mil toneladas, marcándose así el potencial del mercado internacional para nuestras carnes.
Luego se vuelven a limitar las exportaciones, y a la intervención del Mercado de Liniers le suceden una serie de medidas destinadas a controlar el mercado de hacienda en pie, los precios al mostrador y las ventas al exterior.