Monsanto y otras semilleras negocian pago de regalías con la Mesa de Enlace
Fracasada la ofensiva judicial para que los productores argentinos pagaran un ‘fee’ por la soja RR, traída a la Argentina en 1997 y no patentada, ahora discute hacia delante.
Mientras las preocupaciones de los productores agropecuarios locales pasan por las inclemencias de los precios, el clima, la falta de políticas y las trabas al comercio exterior, la entidades reunidas en la Mesa de Enlace están enfocando también un tema con menos prensa pero de impacto más a largo plazo: el pago de regalías por el uso de semillas transgénicas, es decir, las que mejores rendimientos tienen y, por ello, se difunden cada vez más.
Desde que en 1996 –en línea con su debut en Estados Unidos–, la Argentina permitió el cultivo de la soja RR (con un gen que la vuelve tolerante al herbicida glifosato), las hectáreas plantadas con semillas transgénicas crecieron a 18 millones en 2007, cifra que pone al país en el segundo puesto mundial en cultivos transgénicos.
Monsanto, que desarrolló esa soja productivamente revolucionaria pero no la patentó en el país, empezó a reclamar hace unos cuatro años cobrar por su tecnología, ya entonces extendida a más del 90% de la oleaginosa cultivada en la Argentina. Pero los modos de la empresa con sede en St. Louis fueron un tanto a lo cowboy, con lo que se ganó el rechazo de las entidades de productores locales y la contraofensiva del Gobierno. Para peor, la casa matriz inició juicios en Europa (donde sí tenía registrada la patente) contra importadores de harina de soja RR argentina que no pudieron acreditar haberle comprado a productores que habían pagado por las semillas (algo que no podía casi ninguno).