Mayor competitividad cambiaria para el agro: ¿podrá sostenerse?
Un tipo de cambio de ocho pesos por dólar alivia el negocio agropecuario, en particular a la producción de soja.
|
En el año 2013, la soja cotizó a un precio promedio estimado de 525 dólares la tonelada en el mercado de exportación, uno de los valores más altos de la última década. Pero el mercado espera que los precios en 2014 sean menores, como consecuencia de buenas campañas en todos los países productores líderes.
A pesar de lo anterior, la 2012/2013 ha sido una de las campañas agrícolas en la que los productores argentinos menos soja han vendido en relación con lo producido y respecto de los patrones de venta históricos.
En efecto, se habrán comercializado unos 40 millones de toneladas de soja a fines de enero (según datos del Ministerio de Agricultura de la Nación y cálculos propios), sobre una campaña de 49,3 millones de toneladas (dato oficial del Sistema Integrado de Información Agropecuaria).
El cociente entre las ventas y lo producido se aproximará al 81 por ciento, cuando ha promediado el 94 por ciento a la misma fecha en las últimas cinco campañas (ver infografía).
Si se supone stocks de inicio de cinco millones de toneladas, quedarán unos 14 millones de toneladas de soja a fines de enero, distribuidas entre las distintas instalaciones de almacenaje y básicamente en manos de productores agropecuarios.
Razones
¿Por qué a pesar de los excelentes precios internacionales los productores han vendido tan poca soja? Por dos circunstancias: a) Los precios que reciben no son los externos; los productores deben ceder el 35 por ciento al fisco en concepto de derechos de exportación; b) En los últimos años, el precio del dólar ha estado artificialmente contenido en Argentina, a consecuencia de una política explícita de intervención del Gobierno, generándose en jerga económica un importante atraso cambiario.
Los precios de bienes y servicios de la economía subieron en promedio un 511 por ciento entre diciembre de 2001 y diciembre de 2012 (según fuentes confiables), mientras que el precio del dólar subió un 389 por ciento; en ese período, el dólar subió 0,75 punto por cada punto de inflación.
En síntesis, los productores no han vendido soja al ritmo que habitualmente suelen venderla a la espera de una baja en la presión tributaria y/o una mayor alineación del precio del dólar con el resto de precios de la economía.
Estrategia de convergencia
La decisión de conservar la soja se profundizó por la forma en que el Gobierno eligió para revertir el atraso cambiario. El camino seguido fue hacerlo de a poco, cuando lo recomendable era un salto del tipo de cambio y luego una férrea política de estabilización para calmar las expectativas de una nueva devaluación.
A mediados del 2013 comenzó a acelerarse la tasa de devaluación: del 1,7 por ciento mensual de junio se pasó al 2,6 por ciento en agosto, al 2,9 en noviembre y al cinco por ciento en diciembre. Con esa modalidad y ritmo de devaluación, el incentivo a demorar la venta se exacerbó.
En las últimas semanas de enero, se ha producido un cambio en la estrategia del Gobierno. Se ha priorizado un importante salto devaluatorio con suba de tasas de interés para absorber liquidez, reducir los efectos inflacionarios y el combustible disponible para comprar dólares.