“Gatton panic” para hacer más carne

El “gatton panic” llegó al monte para hacer más carne. En Las Peñas, Jorge Ambrosino realizó una siembra aérea en dos mil hectáreas y logró triplicar la carga animal.

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Ambrosino observa animales de recría recién traídos del monte, donde se alimentaron con gatton panic (La Voz).

Ambrosino observa animales de recría recién traídos del monte, donde se alimentaron con gatton panic (La Voz).

12deDiciembrede2014a las08:03

Tomó la idea original de un campo próximo al suyo. Es que a Jorge Ambrosino lo había sorprendido cómo el gatton panic sembrado para confeccionar rollos había comenzado a trepar sobre el pie de la sierra.

Su razonamiento fue simple: “Si la pastura implantada fue de abajo hacia arriba, será mucho más fácil sembrarla arriba para que baje”, aseguró a La Voz del Campo el productor ganadero de Las Peñas, en el norte de Córdoba.

Con esa hipótesis, por entonces teórica, Ambrosino decidió hace cinco años realizar una siembra aérea de gatton panic . Sobre una superficie de dos mil hectáreas de monte nativo al pie de las Sierras Chicas, la estrategia fue destinar una densidad de 3,5 kilos por hectárea con esta semilla forrajera.

El productor se conformaba con que germinara entre el cinco y siete por ciento, como dice la bibliografía específica. Estaba convencido de que, con las lluvias, el banco de semillas iba a crecer y que el propio movimiento de la hacienda y el vuelo de los pájaros lo iban a diseminar. También sabía que era una contribución por parte de la ganadería a la sustentabilidad del monte autóctono.

A la espera del agua

Los primeros cuatro años de la experiencia no fueron buenos. La falta de lluvias en la zona hizo que el gatton no terminara de expresar sus cualidades productivas.

“Si no hubiera sido por una lluvia que tuvimos durante el mes de diciembre, hace tres años, se habría alcanzado el peor registro de lluvias desde 1966, que fueron 325 milímetros”, dimensionó Ambrosino.

El déficit hídrico de esos años obligó a realizar ajustes en el modelo ganadero. Si bien las vacas de cría y la recría seguían alimentándose con la oferta de pasto natural que proporcionaban los potreros, la delgada cadena forrajera obligó al productor a incorporar el destete precoz.

“Era la forma de permitirle a los vientres una mejor condición corporal para el nuevo servicio y garantizarle al ternero un buen arranque”, fundamentó Ambrosino. Bajo estas condiciones, hubo años en que la tasa de preñez fue del 55 por ciento y la carga fue superior a las tres hectáreas por vaca.