La revolución de los forrajes conservados en la Argentina
Tecnologías desarrolladas por el INTA que permitieron incrementar la calidad de los henos serán presentadas en la Jornada Nacional de Forrajes Conservados.
En 20 años la superficie destinada a silaje se multiplicó por 20.
Así como la siembra directa produjo un cambio que potenció a la agricultura argentina, el forraje conservado es la tecnología que revolucionó a la ganadería. En busca de una mayor eficiencia productiva de carne y leche, en las últimas décadas creció la superficie destinada a henificación y las hectáreas para silaje se multiplicaron por 20. El 22 y 23 de abril el INTA Manfredi reunirá a los especialistas en la 6ª Jornada Nacional de Forrajes Conservados.
En los 90, el 80% del silaje de maíz se destinaba a la producción de leche. En los últimos años, la superficie picada para ese fin aumentó y también se extendió para producir carne. Además, la participación del silaje en la dieta se incrementó de un 15 a un 40 % y su uso pasó, de cubrir baches estacionales de forrajes –entre 4 y 6 meses–, a todo el año.
Federico Sánchez, del Proyecto Tecnologías en Forrajes Conservados de Alta Calidad del INTA, expresó que “en la campaña 1993/94, se ensilaron unas 80 mil hectáreas de maíz y sorgo”, mientras que, 20 años después –2013/14–, “se destinaron a silaje más de 1,5 millones de hectáreas (m/ha), con un récord de 1,6 m/ha en la campaña 2011/12”.