Un pueblo que ya usa energía generada con el estiércol de las vacas

Por primera vez, un productor ganadero podrá vender energía eléctrica a la red de la provincia de Buenos Aires, generada a partir de efluentes de sus animales.

El proyecto comenzará a funcionar con 200 viviendas en Carlos Tejedor.

El proyecto comenzará a funcionar con 200 viviendas en Carlos Tejedor.

13deOctubrede2015a las11:19

Un establecimiento ganadero bonaerense comenzará a alimentar de energía eléctrica a la localidad de Carlos Tejedor, que posee 5000 habitantes, a partir de los efluentes que genera su ganado vacuno y con los cuales produce biogás. Es la primera iniciativa de este tipo en la provincia de Buenos Aires.

El proyecto comenzará a implementarse a fines de 2015, cuando se alimenten las primeras 200 viviendas con energía eléctrica generada con los residuos producidos por los 500 vacunos del productor Luis Antonio Urdangarin. Cada día, estos animales producen 13,5 toneladas de materia húmeda (estiércol), que son recolectadas y tratadas en un biodigestor de alta capacidad para generar 800 m3 diarios de biogás. La novedad es que, ahora, ese combustible se transformará en energía eléctrica mediante un grupo electrógeno y comenzará a venderse a la red local a través de la cooperativa de Carlos Tejedor.

Urdangarin viene trabajando en este proyecto desde 2012 junto a los agrónomos Ezequiel Weibel y Martín Pinos, responsables de Biogás Argentina, una empresa incubada por IncUBAgro, la incubadora de emprendimientos tecnológicos de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).

"Primero reemplazamos los corrales de tierra por otros de hormigón para recolectar el estiércol de manera eficiente. También instalamos medias sombras y aspersores para bajar la temperatura del ambiente y mejorar el confort de los animales. Y construimos los reactores anaeróbicos donde se tratan los efluentes con diferentes colonias de bacterias que degradan la materia orgánica y generan el biogás", explicó Weibel al sitio de divulgación científica Sobre la Tierra, de la FAUBA.

Aunque el gas generado (metano y dióxido de carbono) bien podía utilizarse en la cocina, o para calefacción, funcionamiento de calderas o motores de generación eléctrica, en esa primera instancia el establecimiento no tenía necesidades energéticas. La intención sólo era producir biofertilizante (obtenido de la degradación de la materia orgánica) para mejorar la calidad de los suelos.