¿Qué puede cambiar para el tambero si se vendiera Sancor?
Las dificultades por las que actualmente atraviesa Sancor hacen que cobre especial relevancia el contraste entre la forma cooperativa, por un lado, y la empresa convencional, por el otro.

Los inversores apuestan a adquirir activos por un valor menor que el que alcanzarán con el cambio de gestión.
Primero un poco de historia. Inversiones realizadas por Sancor en la segunda mitad de la década del 90 resultaron en una acumulación de pasivos del orden de los 160 millones de dólares. En 2006, crecientes dificultades resultaron en la posibilidad de que Sancor fuera vendida a terceros. Finalmente, Sancor no fue vendida: un acuerdo entre el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) y las autoridades cooperativas permitieron acceder a financiamiento a cambio de la provisión de leche en polvo.
Lo ocurrido lleva a varias reflexiones. Por un lado, existen riesgos en intentar resolver problemas económicos a través de mecanismos políticos. En efecto, pagar deuda con envíos de leche en polvo puede haber sido (para el acreedor) un mecanismo atractivo cuando el precio del producto recibido superaba los US$ 4500 por tonelada. Las cosas cambian si este precio baja a US$ 2500 o menos.
Si la negociación se hubiera llevado a cabo entre privados, y no entre una cooperativa y un banco público, el resultado posiblemente hubiera sido distinto: por de pronto, la política hubiera ocupado el asiento trasero, dejando "al frío mercado" al volante. Pero el problema de Sancor puede analizarse desde otro punto de vista. ¿Por qué una cooperativa que pasa dificultades financieras resulta un blanco atractivo para inversores privados, ya sea locales o extranjeros? ¿Qué tienen estos inversores que "hace la diferencia" para transformar un negocio deficitario en uno rentable?