¿Cómo aumentar la producción de kiwi de primera calidad?
Este cultivo ofrece un mercado de exportación. Especialistas del INTA Balcarce –Buenos Aires– brindan recomendaciones de manejo productivo para aumentar los estándares de calidad de los frutos.
Buscado en las verdulerías por su frescura y su contenido nutricional, la producción argentina de kiwi se concentra en el norte y en el sudeste bonaerense. A punto de comenzar una nueva cosecha, especialistas del INTA Balcarce –Buenos Aires– aseguran que la adopción de buenas prácticas de manejo productivo es clave para aumentar la producción de fruta de primera calidad, apta para los mercados de exportación.
El cultivo de kiwi se desarrolla, principalmente, en los partidos de La Plata, San Pedro, Baradero, General Pueyrredón, General Madariaga, General Alvarado, Balcarce y Mar Chiquita. En estos últimos del sudeste, la fruta ocupa unas 430 hectáreas, alrededor del 50 % de la superficie implantada del país, y está en manos de poco más de 30 productores y consorcios.
En la zona, la cosecha se realiza entre fines de abril y principios de mayo y gran parte de la fruta es almacenada durante varios meses en cámaras de frío convencional o con atmósferas controladas para retardar el ablandamiento, evitar pudriciones y reducir pérdidas.
De acuerdo con Alejandra Yommi, especialista del INTA Balcarce, “la fruta almacenada en frío convencional se selecciona y se empaca gradualmente para su comercialización a medida que se concretan las ventas”. Aquella almacenada en atmósfera controlada permanece cinco meses en estas condiciones y posteriormente se conserva en frío hasta su venta desde mediados de noviembre hasta fines de diciembre, cuando comienza a ingresar kiwi importado de Italia.
En las plantas de empaque, la fruta es clasificada por peso y se separa la producción que presenta defectos. Según la normativa vigente, los kiwis que se empacan deben reunir ciertas condiciones: madurez apropiada, buen desarrollo y forma, sanos, secos, firmes y limpios, tamaño uniforme, color apropiado de la variedad y encontrarse libres de manchas, lesiones, enfermedades, podredumbres, heridas, machucamientos, olores y sabores extraños.
En función de la cantidad y tipo de defectos, la caja puede clasificarse en diferentes grados de selección: superior, elegido y comercial. “En la práctica, se empaca fundamentalmente fruta de grado superior y elegido o de primera calidad, con mínimos defectos, y comercial o de segunda calidad, que tiene un mayor número de defectos originados a campo o durante el almacenamiento”, señaló Yommi. En tanto, la fruta que no presenta un aspecto y condiciones higiénico-sanitarias mínimas se considera descarte.
Un trabajo elaborado por el Laboratorio de Poscosecha y Calidad de Frutas y Hortalizas del INTA Balcarce, en el marco del proyecto “Superación de brechas tecnológicas que limitan la calidad de las cadenas frutícolas”, buscó identificar cuáles son los tipos de descarte y de fruta de segunda calidad que se registran en la zona, su proporción y sus causas.
“Nos propusimos generar este tipo de información para incrementar la producción de primera calidad a futuro, a partir de la introducción de mejoras en el manejo productivo y de poscosecha”, apuntó Ángela David, también investigadora del INTA Balcarce. Entre los principales resultados, se observó la presencia de frutos pequeños como principal defecto en la segunda calidad.