Cuando la disyuntiva lleva a abrir otro tambo

Estuvimos con Juan Felissia de la Cabaña La Magdalena repasando la decisión de tener una segunda explotación y duplicar la producción en medio de la crisis.

Juan José Felissia

Juan José Felissia

07deDiciembrede2018a las11:37

Es hacia el este de Rafaela que un tambo le pone fin a la ciudad. La cabaña La Magdalena, que cuenta con unas ocho décadas de tradición lechera, produce leche, genética y muestra a sus animales desde la exposición anual de la Sociedad Rural de Rafaela de 1938. Es una historia construida junto con Armando Hnos. siempre ligada al Holando Argentino, con énfasis en la genética y con la cotidianeidad del tambo.

Es Juan José Felissia el artífice de toda la tarea, quien dedica su vida a estos animales en lo que es un tambo comercial con vacas de pedigree, que hacen la diferencia.

Decidir crecer en medio de una eterna crisis no es una decisión fácil, pero había que avanzar.

“Diría que esto fue originado por una cuestión de espacio, porque el único lugar que tiene infraestructura como caminos y energía para poder producir es donde estamos, un campo de 60 hectáreas que se ve limitado por estar al lado de la ciudad, por el límite de 200 metros para la fumigación, entonces teníamos muy poca superficie para 150 vacas en ordeño y un lote muy importante de vaquillonas que estaban por parir. La disyuntiva era vender las vaquillonas y quedarnos como estábamos, o quedarme con las vaquillonas y abrir un tambo en un nuevo lugar”.

La búsqueda fue concreta y surgió la posibilidad de alquilar un campo a un kilómetro y medio de distancia, también sobre el desvío de tránsito pesado de la ciudad del centro-oeste santafesino, con todos los requerimientos para montar una nueva explotación. Propiedad de Las Taperitas (del Grupo Williner) el terreno alquilado contaba con galpones, electricidad trifásica y hasta una casa, permitiendo acondicionar la sala de ordeño, de un viejo tambo con brete a la par y más chico, se hizo una fosa para 12 bajadas y extractora de pesoneras, con un equipo usado pero que entraba perfecto en la instalación.