Desde Henderson, cómo es producir leche kosher y un creativo modo de comercializar la producción
“Tiene que haber un cambio de cabeza en el productor”, dice Tomás Gortari, que le encontró una vuelta diferente al negocio del tambo, con muchos litros y con mejor poder de negociación.
Todos los días el tambo trae desafíos, entre la naturaleza y las cuestiones cotidianas argentinas, pero hay casos en los que afrontar nuevas propuestas puede generar una motivación impensada.
Para el tambero Tomás Gortari, cuando una de las tres empresas a las que le entrega la materia prima le propuso hacer el proceso necesario para conseguir leche kosher, cambiar la forma de trabajar durante una jornada sonó interesante y resultó muy bien.
“Ya lo hicimos tres veces, son días específicos en los que una comunidad de judíos ortodoxos necesitan la mercadería y se cumple el procedimiento para poder certificar a la leche como kosher”, comenzó explicando sobre la base de “no ser nada más de lo que puede hacer cualquier otra explotación, desde que arranca el tambo, hasta que se llena un camión”, respetando normas de limpieza, pureza y calidad.
Todo está basado en las leyes del Kashrut, que regula la dieta judía, sobre alimentos permitidos y preparación de los mismos, aplicando sobre carne (sólo rumiantes y con pezuñas, además de pollo, pavos, patos y gansos), pescado (con aletas y escamas, además de mariscos) y los lácteos (procedentes de animales kosher, con aditivos sin derivados cárnicos como gelatinas o cuajos).
Cabe destacar que la tasa de crecimiento anual de productos kosher en la última década se mantiene en torno al 15 por ciento, siendo una de las tendencias alimentarias más destacadas y reconocidas en el mercado occidental, ya que incluye entre sus destinatarios a veganos y vegetarianos, también con demandas en crecimiento.
Gortari contó a Agrofy News que el día que se hace la entrega de leche kosher llega al tambo un rabino para certificar que el tanque donde se deriva la leche esté vacío, al igual que la máquina ordeñadora, con presencia del religioso hasta que se suman 20 mil litros, el equivalente a un camión entero, lo que demanda un día completo de trabajo donde se suma la producción de los tres tambos que tiene la empresa agropecuaria.
“En lo que es el ordeño, no hacemos nada diferente, salvo tener el control de el o los rabinos de la comunidad que terminará recibiendo los productos lácteos”, los cuales son procesados en la planta de La Suipachense, que cumple con los mismos requisitos de limpieza para la producción de quesos o dulce de leche, completando la ultilización del total de la materia prima en una jornada y bajo la mirada de los religiosos, derivándola luego a una cadena de supermercados kosher.