El desesperado pedido del productor que dejó que el ganado se coma su cosecha
Prefirió dar sus uvas a las vacas antes que cosecharlas y advierte: "No pongo una cepa más ni para sombra".
“Hay un manoseo a la vitivinicultura”, asegura Marcelo Aguado, el productor que, cansado de los bajos precios de la uva, dejó que el ganado se comiera su cosecha.
El ruralista aclara que si bien desde hace cuatro años que viene perdiendo dinero, la situación de 2020 fue “la gota que rebalsó el vaso”, cuando el pago que recibió por su producción fue en 12 cuotas. Es por ello que realiza un pedido urgente para que se regule un precio justo para el productor.
“Este año decidí no cosechar nada y trabajar menos la finca. Dividí el campo en cuadros, sembré alfalfa en medio de las plantas de vid y me traje 60 terneros de un campo que tengo en San Luis. Los desparramé en los corrales para que comieran la alfalfa abajo y la uva arriba”, relata Marcelo, quien explica que el mercado ganadero es más predecible, dado que los precios de hacienda del Mercado de Liniers sirven como estimativos. “En cambio a la uva no se le pone precio hasta noviembre y diciembre, así que estamos siete meses esperando para saber qué va a pasar con la cosecha”, añade. A la incertidumbre se suma la inflación, que impide prever gastos y ganancias.
El año pasado, la cuenta no le cerró: pagó $400.000 para cosechar mecánicamente, la bodega le cobró $150.000 para elaborar el vino y en el bolsillo le quedaron $400.000 distribuidos en un año, que aún no terminó de cobrar. La situación también impacta en la mano de obra. Antes, el ruralista empleaba a cuatro personas, además de una decena de trabajadores en época de poda. Pero ahora solo emplea a una.