Tambo: la frustración de una productora que recibió a un funcionario y no obtuvo ninguna solución
Ordeña unas 30 vacas todos los días en Cañada Rosquín; la falta de financiamiento pone en riesgo el alimento de sus animales y la idea de cerrar sigue cerca
En esa mezcla de frustración y pasión por una actividad, fue en enero cuando Alejandra Badino comentó en un grupo de tamberos, por whatsapp, que quería cerrar su tambo. Un espacio productivo muy pequeño, esos a los que habría que cuidar más, le marcaba un sendero hacia el final.
Esa mención trascendió a una nota periodística y gracias a eso ella fue escuchada, pero no tan auxiliada si tenemos en cuenta que han pasado seis meses de ese momento.
Sobreviviendo en el tambo
Hoy Alejandra tiene un tambo sin fosa, con cuatro bajadas y brete a la par. “En el momento en el que quisimos arreglarlo, la leche bajó a la mitad”, explica y remarca que sigue siendo ella quien ordeña, porque no está en condiciones de contratar a nadie para que la ayude.
Los tamberos chicos lo dicen directamente y Alejandra es una gran exponente de eso. “Yo no soy ambiciosa, pasé muchas cosas y lo que quiero es seguir trabajando”.
Más allá de los proyectos y las voluntades personales, la historia argentina tiene tanto de irregularidad política, de inestabilidad en las decisiones del estado que se hace complicado poder mirar hacia adelante y proponerse objetivos de progreso.
“Hoy sobrevivo porque hago todo yo, tengo más de 30 animales, produzco unos 600 litros por día”, cuenta sobre su actualidad, entregando la materia prima a La Suipachense, luego de haber pasado por Tremblay y Saputo. No fue una cuestión de precio o de calidad del producto que entregaba, sino que “me tuve que ir cambiando de empresa porque no quedaban más tambos alrededor mío para que vengan los camiones a buscar la leche”.
“La comuna no hace nada”, señala haciendo referencia a los reclamos obras para evitar que se sigan perdiendo tambos. Eso es algo que queda a simple vista mientras uno se mete en la zona núcleo.
“En mi zona gana siempre la agricultura, porque es el único negocio que avanza, la lechería ya no va más”, dice resignada.
Participando del movimento de Mujeres Rurales, de diversos espacios de intercambio, fue en febrero cuando cansada de luchar publicó en el grupo de productores “Una sola voz”, que ya no iba a poder seguir adelante con el tambo, porque se hacía más dificil cada día poder darle de comer a los animales. La sensación de perder el trabajo, años de esfuerzo se hacía cada vez más real.
El mensaje llegó al diario La Nación y por esa publicación la repercusión fue rápida, de un sábado a un lunes se apuró el Director Nacional de Lechería, Arturo Videla, para comunicarse con Alejandra. A principios de marzo se organizó un encuentro, donde estuvo Videla con algunos asesores de su área en el Ministerio de Agricultura.