Así fue la hazaña de los dos caballos criollos que salieron de Ayacucho y llegaron a Nueva York: "No es solo una historia, es parte de lo que somos”
A 100 años de la travesía de Aimé Félix Tschiffely con Mancha y Gato, la familia Solanet organizó un emotivo homenaje en la estancia El Cardal; Gloria Aráoz Solanet compartió en Agrofy News Live cómo se vivió la jornada y qué significa esta historia para ellos
“Crecimos con los cuentos de Mancha y Gato. Hicimos un culto a los caballos, al suizo, a mi abuelo”, contó emocionada Gloria Aráoz Solanet en entrevista con Agrofy News Live. El pasado sábado, la estancia El Cardal se llenó de gauchos, caballos y emoción para rendir homenaje a una de las gestas más asombrosas de la historia rural: el viaje a caballo desde Ayacucho, provincia de Buenos Aires, hasta Nueva York, protagonizado por el suizo Aimé Félix Tschiffely junto a los criollos Mancha y Gato.
La hazaña comenzó el 20 de abril de 1925 y finalizó el 20 de septiembre de 1928, tras 21.500 kilómetros, tres años y cinco meses de travesía por caminos inverosímiles, desiertos, selvas y montañas. “Mi abuelo, Emilio Solanet, le dio los caballos a Aimé sin confiar mucho en él, pero sí en la raza criolla”, recordó Gloria. Eran animales de 15 y 16 años, considerados viejos para semejante aventura, pero que demostraron ser casi indestructibles.
Durante el evento en El Cardal, participaron más de 400 caballos y alrededor de 1.500 personas. Hubo una cabalgata simbólica, presencia de granaderos y banderas de todos los países por los que pasó la travesía. “Fue muy emocionante para toda la familia. Para nosotros no es solo una historia, es parte de lo que somos”, explicó Gloria, acompañada por su madre Emma Solanet (91), quien también conoció a Aimé y montó a Mancha en su juventud.
Hoy, los restos de Mancha y Gato descansan en el parque de El Cardal, frente a las cenizas de Aimé, enviadas desde Londres años después de su fallecimiento. La historia quedó inmortalizada en varios libros, incluido el reciente “Gato, Mancha y Aimé”, de Pablo Zubiaurre, que recupera testimonios, cartas y nuevas miradas sobre esta epopeya única.