La ganadería, ¿una actividad que aporta o atenta contra la sostenibilidad?

Cómo el potencial de captura a partir de pasturas convierte a las vacas en aliadas frente al cambio climático

La ganadería, ¿una actividad que aporta o atenta contra la sostenibilidad?
09deDiciembrede2021a las14:15

En los últimos tiempos se ha suscitado un intenso debate en torno a la sustentabilidad de la ganadería vacuna. Quienes cuestionan a la actividad suelen referirse a un viejo reporte de FAO (2006) en el que sus autores manifiestan que la ganadería es “la mayor responsable de emisión de gases de efecto invernadero (GEIs) del mundo”. Pero, ¿qué tanto hay de cierto en esta afirmación?, ¿puede la ganadería ser una solución para el cambio climático?, ¿qué rol cumplen los rumiantes a nivel ecosistémico y cuál es su impacto en la seguridad alimentaria

¿Qué son los gases de efecto invernadero (GEIs)?

En primer lugar, los GEIs son gases que se acumulan en la atmósfera y que atrapan parte del calor que, de otra manera, escaparía de la tierra. Estos gases son indispensables para la vida en la tierra. De hecho, si no existieran, la temperatura promedio de nuestro planeta pasaría de 15°C, como es en la actualidad, a -18°C, haciendo inviable la vida. Los principales GEIs, de acuerdo a su abundancia en la atmósfera, son el vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). 

Estos gases difieren en su capacidad de “calentar” la atmósfera. Una de las métricas para estimar esa capacidad de producir calentamiento se denomina Potencial de Calentamiento Global (GWP por sus siglas en inglés). Esta métrica fue desarrollada por el Panel Internacional para el cambio climático (IPCC por sus siglas en inglés) y es una medida relativa de cuánto calor puede ser atrapado por un determinado GEI en comparación con el CO2, cuyo GWP equivale a 1 (Tabla 1). Existen otras métricas que también pueden usarse para estimar el potencial “calor” generado por estos GEIs. Una de las más difundidas es el Potencial de cambio de Temperatura Global (GTP por sus siglas en inglés). Mientras que el GWP es una medida del calor absorbido durante un período de tiempo debido a la emisión de un determinado gas, el GTP es una medida del cambio de temperatura al final de ese mismo período. En este sentido, y como se observa en la tabla 1, el GTP del metano (el gas que más preocupa a quienes cuestionan la ganadería) es 4 veces menor que el del CO2 (Chang-Ke et al., 2013).

Tabla 1. Principales GEIs, fórmulas químicas, vida media en atmósfera y su potencial contribución al calentamiento (GWP) según el IPCC.

 

Los rumiantes y el ciclo biogénico del carbono

Los rumiantes, como las vacas, son de los pocos animales sobre la faz de la tierra capaces de transformar celulosa en productos de alto valor biológico (proteínas). Para ello hacen uso de bacterias y protozoos presentes en sus estómagos que degradan esa celulosa. Los seres humanos son incapaces de degradar esa celulosa ya que carecen de un rumen y bacterias capaces de hacerlo. De hecho, mientras que los estómagos de una vaca lechera de 550 kg pesan 21 kg (4% del peso vivo total, Figura 1; Reynolds et al., 2004), el estómago de un ser humano adulto pesa solo 150 grs (0,2% del peso vivo), es decir, ¡20 veces menos que el de una vaca!

 

Figura 1. Esquema del sistema digestivo de una vaca.

Al comer pasto, una vaca consume, entre otros compuestos, celulosa y almidón. Ambos compuestos están conformados por carbono (C). Como subproducto de su digestión, las bacterias del rumen eliminan metano (CH4). Ese metano es parte de un ciclo natural, también llamado biogénico. En este sentido, el metano dura unos 12 años en la atmósfera y luego se reconvierte a CO2, y de esta manera puede ser tomado por las plantas a partir del proceso de fotosíntesis (Figura 2). De esta forma, los sistemas pastoriles pueden reciclar metano a partir del proceso de fotosíntesis. El rumiante cumple allí un rol esencial, ya que de no estar presente el crecimiento de esas pasturas y pastizales se vería afectado negativamente (Vecchio et al., 2018). Asimismo la presencia de rumiantes que retiren material vegetal y limiten la acumulación de material muerto permite reducir la intensidad y la frecuencia de incendios (Rouet‐Leduc et al., 2021). Estos incendios someterían a estos ecosistemas a potenciales catástrofes naturales y liberarían enormes cantidades de CO2 a la atmósfera.

 

Figura 2. Ciclo biogénico del carbono.

¿Por qué se cuestiona a la emisión de metano?

El metano es un gas con una corta vida atmosférica, por lo que difiere sustancialmente del CO2, cuya vida media puede superar los 1.000 años. En este sentido, si se emite una cantidad equivalente de metano y dióxido de carbono, el CH4 calienta rápidamente la atmósfera pero a las pocas décadas deja de producir calentamiento. En cambio, el CO2 sigue calentando la atmósfera por cientos o miles de años (Figura 3). A partir de este comportamiento diferencial del CH4 respecto al CO2 se han propuesto otras métricas para estimar el incremento real de la temperatura provocado por estos gases de corta duración. Además del GTP mencionado anteriormente, existe otra métrica que tiene en cuenta estas diferencias en la vida media de las moléculas. Esta métrica (denominada GWP*) está alcanzando un consenso global en el último reporte preliminar del IPCC y presenta una sólida base científica que la avala (Lynch et al., 2020).