Producción de carne, "la esperanza roja" del campo

La carne vacuna emerge como una especie de isla que se autosustenta con un comportamiento más de nicho de mercado que como un commodity.

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Precios internacionales sostenidos, aunque Argentina casi no exporta.

Precios internacionales sostenidos, aunque Argentina casi no exporta.

28deAgostode2015a las08:25

Frente a la debacle generalizada de casi todos los productos en los mercados internacionales, la carne vacuna emerge como una especie de isla que se autosustenta con un comportamiento más de nicho de mercado que como un commodity.

Y algo de eso hay pues, por ejemplo, frente a bajas estrepitosas de la leche en polvo, que llegó a récords superiores a los u$s 5.000 por tonelada y ahora apenas toca los u$s 1.500, o la propia soja, que logró en su momento más de u$s 600 y ahora sólo araña los u$s 330, la carne vacuna (igual que el oro) logra mantenerse en niveles estables de cerca de los u$s 4.200 la tonelada FOB para la Argentina. Si bien es alrededor del 10% inferior a los niveles que se alcanzaron en algunos momentos del 2013/14, estos valores muestran la absoluta firmeza que sigue ostentando la demanda mundial. En este punto vale aclarar que, en general, se trata de consumidores de mediano a alto poder adquisitivo ya que en el ranking de carnes, justamente las "rojas" son las más caras comparativamente y las de menor volumen global, detrás de las de cerdo y las de ave. De ahí también el movimiento más parecido al de productos "specialities", con nicho de mercado.

Mercado local

En el plano local, aunque con el agregado de otros condimentos vernáculos, el panorama general es parecido, lo que incide directamente sobre las decisiones de producción. Así, mientras la mayoría de los alimentos muestran retrocesos a partir de fuertes caídas de la rentabilidad, por el doble efecto de baja en los precios internacionales y la suba en los costos internos, la carne vacuna logra neutralizar casi este último aspecto y se mantiene estable gracias al soporte, hoy excluyente, que le brinda la demanda de un consumo interno que sigue rondando los 60 kilos por habitante y por año, que probablemente se va a mantener, al menos, mientras dure la campaña proselitista.

Pero el sostenimiento se proyecta mucho más allá y se apoya en la creencia de que las nuevas autoridades que asuman en diciembre, sean quienes fueran, van a mejorar rápidamente las condiciones de algunas actividades. Y la carne estaría entre las primeras.