La lechería suma otro año de retroceso en toda la cadena
Desde la producción, hasta la cantidad de tambos y los bovinos raza Holando muestran un retroceso en la Argentina. Un sector clave que no logra despegar y arranca un 2018 a pura incertidumbre.
Con un nuevo retroceso de los precios internacionales a alrededor de u$s2.700/2.800 por tonelada (después de los récords de casi u$s6.000 de hace una década), la lechería argentina enfrenta otro fin de año con sus indicadores en franco retroceso.
Es que desde la producción, a la cantidad de tambos, pasando por el número de vacas, todos los datos muestran que una de las actividades más emblemáticas del país, sigue sin poder despegar después de casi una década de estancamiento, y a pesar de que Argentina es uno de los pocos países con condiciones agroecológicas casi óptimas para lograr un crecimiento notable.
De hecho, hay una marcada diferencia entre lo que viene ocurriendo con los principales competidores, incluidos los vecinos, como Uruguay y hasta Brasil, todos en franco aumento.
Así, con la única ventaja de cotizaciones de los granos debilitadas (el principal insumo del tambo es la alimentación), los establecimientos siguieron perdiendo productividad y eficiencia afectados, además, por condiciones climáticas extremas en los últimos 3 ciclos, con inundaciones en las principales cuencas.
Esto, sumado a las condiciones generales de la economía para cualquier empresa, es decir, con altas tasas de interés para los créditos, costos crecientes, presión impositiva en aumento y pesadas cargas laborales, determinaron que este 2017 esté terminando con un volumen total de producción apenas por encima de los 9.000 millones de litros de leche, después de haber estado entre 10.000 y 11.000 millones durante casi 10 años, o sea, casi 2.000 millones menos.