Las empresas lácteas atravesaron un 2018 turbulento
El año termina con casi una decena de industrias muy complicadas. Deudas, cierres, concursos preventivos y quiebras demuestran otra variable de la crisis lechera.
Como sinónimos, crisis y lechería se emparentan hace décadas en nuestro país. Por motivos internos, por influencia internacional, siempre existe un agravante para la cadena que se destaca por mantener vivos a los pueblos del interior del país.
En esta mirada no sólo son los tambos los fundamentales, sino que las pymes y las más grandes industrias lácteas motorizan a las economías regionales.
Años de altísimos costos laborales, gran carga impositiva, demoras en los reintegros a las exportaciones, imposibilidad de reinvertir en tecnología, devaluaciones y revaluaciones, caída del mercado interno, debilidad en las ventas al exterior con falta de nuevos mercados, todo se combina para que las empresas lácteas transiten uno de los períodos más complejos de las últimas décadas.
Hay veces que las complicaciones tienen nombre y apellido, por desinteligencias en la administración cotidiana, pero cuando los casos se multiplican, los motivos comunes hacen comprender que la situación compleja tiene una raíz similar.
Mientras SanCor acomoda su nueva estructura, a pesar de los deseos en contra de muchos; con el cierre de Lácteos Erlac de Crespo en Entre Ríos la lista se inicia con un detalle de empresas que tienen complicaciones, como es el ejemplo de Magnasco Hermanos, aunque sin cheques sin fondo registrados, la que es considerada la empresa láctea más antigua del país, atraviesa una situación similar a la Cooperativa Tambera Agropecuaria Charles Gide Ltda. de Arroyo Algodón; o Windy de la familia Bonaldi en Córdoba.