Cómo gestionar altas temperaturas en tambos
Herramientas para evitar que los golpes de calor comprometan la productividad. La exposición prolongada a estas condiciones genera importantes pérdidas en la producción.
Las pérdidas de producción lechera durante los meses de calor pueden ser muy altas. Las inversiones que tiendan a mejorar el ambiente son imprescindibles en un escenario con golpes de calor recurrentes.
Para predecir los momentos en los cuales los animales se ven afectados por el calor, se ha creado el índice de temperatura y humedad (ITH), el cual combina ambas variables. Usualmente se asume que un ITH de 72 es el umbral por encima del cual la producción de leche se ve afectada. Sin embargo, la utilidad de este índice es limitada para la situación presente en la Argentina, dado que el mismo fue creado en el Hemisferio Norte para condiciones de galpón (donde, por ejemplo, la velocidad del viento y la radiación directa no fueron tenidas en cuenta).
Las distintas actividades fisiológicas del animal producen calor, desde los desplazamientos hasta los movimientos gastrointestinales y la fermentación microbiana del rumen. Cuando el animal se ve expuesto a temperaturas demasiado altas pone en marcha diversos mecanismos fisiológicos y comportamentales que intentan disminuir la producción de calor y a su vez mitigar el exceso. Uno de los primeros mecanismos puestos en marcha es la reducción del consumo de materia seca, que puede caer hasta un 30%, con el consecuente impacto en la producción de leche.
Otra de las formas por la cual el animal reduce la cantidad de calor emitida es a través de cambios hormonales que determinan de qué forma es utilizada la energía obtenida del alimento. Eso determina, por ejemplo, que la cantidad de glucosa que llega a la glándula mamaría disminuya para que la producción de leche se vea afectada por una disminución en la síntesis de lactosa (principal soluto de la leche que determina el volumen producido).