La familia italiana que creó el salame tandilero y factura $ 2500 millones: la historia de Cagnoli
Don Pietro Cagnoli llegó a Tandil en 1907 y fundó un imperio en el negocio de los chacinados; fabrican 9000 toneladas de productos
Pablo (centro) y Fabio Cagnoli (derecha) tomaron las riendas de la empresa familiar.
A fines del siglo XIX, varias familias emigraron de Europa a la Argentina en busca de un futuro mejor. Algunas de ellas, en particular provenientes de Italia y España, se asentaron en Tandil, tierra pampeana con un clima ideal para la elaboración de chacinados por su humedad y aire serrano. Varias pasaron, pero una de ellas se mantuvo y, con los años, convirtió su apellido en una marca registrada dentro del negocio de los salames y chorizos.
Don Pietro Cagnoli llegó al país desde la Lombardía en 1907. Luego de varias mudanzas finalmente se instaló en tierra tandilense. Ahí empezó a desarrollar embutidos de forma artesanal motivado por las condiciones climáticas, que eran las indicadas para lograr una buena conservación y estacionamiento de las carnes.
Ese oficio lo había aprendido en su familia y él hizo lo mismo con los suyos. Sus hijos rápidamente aprendieron todos los eslabones del negocio, desde faenar hasta despostar, atar los chacinados e incluso salir a distribuirlos. De a poco, los productos de Cagnoli fueron haciéndose conocidos en Tandil y luego en la Ciudad de Buenos Aires, donde se vendían en hoteles, restaurantes y fiambrerías.
Para poder aprovechar el mercado porteño, la familia empezó a embutir salames de mayor tamaño así se conservaban durante más tiempo. Don Pedro Cagnoli le pasó las riendas a sus hijos, Pedro y Salvador, quienes conformaron Cagnoli Hnos. y a ellos los siguieron Norberto y Hugo, hijos de Pedro, que fueron los encargados de crear la sociedad anónima en los 60.