Gisel Ferrero, la radióloga que triplicó la producción en su tambo: cómo lo hizo

“Los tamberos de mi escala estamos todo el día con la lapicera y la calculadora en la mano para evitar fundirnos”, resume sin medias tintas

|
En solo cuatro años se implementaron cambios en el establecimiento familiar y proyectan producir 4500 litros diarios en 2022.

En solo cuatro años se implementaron cambios en el establecimiento familiar y proyectan producir 4500 litros diarios en 2022.

10deSeptiembrede2021a las12:56

“El primer día que ingresé al tambo, el camión se llevó solo 1300 litros. Estabamos quebrados productivamente, pero al menos no teniamos deudas”, dispara Gisel Ferrero, radióloga, egresada de la Universidad Nacional de Córdoba, devenida en empresaria agropecuaria con campo propio en Raquel, provincia de Santa Fe. Su historia traza el camino diametralmente opuesto al sufrido por los miles de establecimientos lecheros que sucumbieron en las últimas dos décadas. 

En las 190 hectáreas de “La Ponderosa” la histórica cría de Shorton le dio paso a las vacas Holando hace 23 años, pero desde hace solo cuatro, vive una verdadera transformación que llevó su producción desde una situación de crisis casi terminal a entregar más de 3000 litros diarios a la canadiense Saputo y proyectar un nuevo salto en los volumenes de cara la primavera de 2022.

“El cambio fue muy lento, con poca plata, deudas y mucho miedo. Así fue como empecé a implementar medidas para revertir la situación”, resume Ferrero su toma de posición, en 2017. “Aún no salimos a flote, pero estoy a punto de sacar la cabeza. Todo lo que venimos haciendo, con el apoyo de un equipo incodicional incluida la firma que recepciona nuestra leche, dará sus frutos el próxmo año”, adelanta en diálogo con Agrofy News la empresaria que espera llevar su producción a los 4500 litros diarios, más de tres veces lo que encontró cuando se hizo cargo de la administración. 

Gisel Ferrero: pasión por el tambo

La muerte de Maria Ester Galoppo, su madre, precipitó el ingreso de Ferrero a la gestión del establecimiento hace menos de un lustro. Su padre, Carlos, no ofreció resistencia. “Siempre estuve conectada con el campo y me movilizaba mucho ver que las cosas no se hacían bien y el sistema estaba colapsado, pero no podía intervenir”, admite la productora y agrega: “Si había que sembrar tantas hectáreas de alfalfa o hacer tacto todos los meses, ellos solían verlo como gasto y no como una inversión. Sin embargo, me trasmitieron amor por el campo y apenas pude ingresar, pusé todo de mí para revertir la situación”.