La falacia de aumentar la producción de carne imponiendo un peso mínimo de faena
Si realmente quisieran aumentar el peso de faena, el camino es buscar otras alternativas
El comercio debe hacerse por consentimiento de las partes, no por coerción; los ganaderos no deberían necesitar la autorización para producir de quienes nada producen.
Peso mínimo de faena
Argumentar que aumentando el peso mínimo de faena (PMF) crece la producción de carne es falaz. La posibilidad es que existan consecuencias negativas para quienes producen animales livianos, debido al mayor tiempo que deben tener el animal en el mismo predio, tales como aumento de la carga (en kilos y en cabezas) por hectárea, bajas en ganancias de peso y, por ende, mermas en la producción por unidad de superficie.
El estado no tiene forma de medir los efectos negativos de esta acción, puesto que no hay forma de medirla. Los productores, en cambio, tienen todas las herramientas para saber cómo producir más y mejor.
Por otra parte, no se trata de cuanto se produce, sino del valor que se agrega a la cadena de producción. La generación de riqueza, no necesariamente es sinónimo de cantidad. Por ello, es el productor, quien tomando en cuenta las señales que el mercado le envía, produce un determinado bien. Por muchos años, debido al diferencial de precios que la demanda convalidaba a favor del consumo liviano, la producción de los mismos generaba (en ciertos planteos productivos) más riqueza que el animal pesado.
Resultaría una decisión alocada prohibir el consumo de caviar, argumentado que el esturión adulto ofrece mayor cantidad de alimento. A nadie se le ocurre prohibir la faena de lechones o poner un límite en el peso de los pollos.
El peso de faena es una variable de resultado determinada por la tecnología y por los precios relativos vigentes. Los factores determinantes son, los precios de compra, de venta y el costo del kilo producido.
De manera lenta pero sostenida, desde hace un par de años, el peso de faena ha venido creciendo. Esto se explica por el menor diferencial de precio entre las categorías de liviano vs pesado, y por el aumento relativo del precio de la invernada.
La diferencia promedio anual entre la categoría de novillos de 350 kilos respecto de los de 490 kilos ha ido cayendo de más del 14% en 2013, a menos del 9% en la actualidad. El mercado envía claras señales que no está dispuesto a avalar grandes diferencias entre una y otra categoría, y es entonces que el productor modifica sus objetivos.
Además el alto valor de la reposición obliga a alargar los procesos de engorde y agregar más kilos al animal producido para salir de la mala relación compra/venta en la que incurrió.